"Este descubrimiento es emocionante; significa que tenemos otra pieza del rompecabezas para explicar el mecanismo neuronal que impulsa el consumo de alcohol", explica Olivier George, autor principal del nuevo estudio, que se ha publicado este lunes en la revista 'Nature Communications'.
Aunque el tratamiento con láser está lejos de estar listo para el uso humano, George cree que la identificación de estas neuronas abre la puerta al desarrollo de terapias con medicamentos o incluso genéticas para la adicción al alcohol. "Necesitamos compuestos que sean específicos de este circuito neuronal", apunta George.
Junto con su equipo, ha estado buscando las células cerebrales que conducen a la bebida en un modelo de rata adicta al alcohol. En 2016, encontraron una posible fuente: un 'conjunto' neuronal o un grupo de células conectadas en una región del cerebro llamada núcleo central de la amígdala (CeA, por sus siglas en inglés).
En su nueva investigación, han probado el papel de un subconjunto de neuronas en el conjunto, llamadas neuronas del factor liberador de corticotropina (CRF, por sus siglas en inglés). El laboratorio de George ha descubierto que estas neuronas CRF constituyen el 80 por ciento del conjunto.
Los investigadores estudiaron estas neuronas utilizando optogenética, una técnica que usa luz para controlar las células en tejidos vivos. Las ratas utilizadas en este estudio fueron implantadas quirúrgicamente con fibras ópticas destinadas a iluminar las neuronas de CRF, para inactivarlas con solo tocar un interruptor.
Primero, los científicos establecieron una línea de base sobre cuánto beberían las ratas antes de ser adictas al alcohol, el equivalente a una copa de vino o una cerveza para un humano. Los científicos luego pasaron varios meses aumentando el consumo de estas ratas para establecer la dependencia del alcohol. Tras el alcohol, provocó síntomas de abstinencia en las ratas. Cuando volvieron a ofrecérselo, las ratas bebieron más que nunca. El conjunto neuronal de CeA estaba activo y les decía a las ratas que bebieran más.
Después, los científicos encendieron los láseres para inactivar las neuronas CRF, y los resultados fueron "espectaculares". Las ratas regresaron inmediatamente a sus niveles de bebida predependientes. La intensa motivación para beber se había ido. La inactivación de estas neuronas también reduce los síntomas físicos de la abstinencia, como la marcha anormal y la agitación.