Los trabajadores de una residencia de Ondara, en Alicante, han decidido autoconfinarse con los ancianos hasta recibir la segunda dosis de la vacuna. Quieren evitar cualquier riesgo de contagio de coronavirus. Ya han sido varios los ancianos fallecidos tras ponerse la primera dosis del antídoto en nuestro país.
Así que los trabajadores de esta residencia han decidido encerrarse con los 20 abuelos a los que atienden, principalmente porque la incidencia en el pueblo de Ondara ha subido hasta los 1.200 casos de coronavirus por cada 100.000 habitantes.
La generosidad es lo único que ha entrado por la puerta de la residencia de Ondara. “Es un pequeño sacrificio pero en comparación con lo que tenemos que ganar merece la pena”, afirma Paqui Ferrando, la directora del centro.
El premio es la vida de los veinte ancianos que residen en ‘Mare de Deu del a Soledat’ y que estarán a salvo hasta que llegue la segunda dosis de la vacuna contra el covid. Por delante tienen tres semanas de encierro para mantener en formar la salud hasta recibir la segunda dosis de la vacuna.
“Se están quedando para cuidarnos”, afirma una residente. Mientras, Sandra Rodríguez, una empleada, ha explicado que con la alta incidencia que había en el pueblo “nos preocupaba mucho que pudiera entrar y el esfuerzo de once meses se quedara en nada”.
Hasta ahora en esta residencia alicantina no han tenido ningún contagio. Este gesto, dicen, pueden servir de ejemplo para otros centros de mayores.