Es un grave problema que clama atención, medidas y soluciones urgentes. La sanidad pública en España permanece asediada por los recortes, una circunstancia que afecta a todos los niveles. Lo que siempre ha sido un sistema modélico fuera de nuestras fronteras, poco a poco, se está deteriorando como consecuencia de la falta de recursos.
Recortes en plantilla, recortes en los turnos de trabajo, cierre de camas o plantas enteras en los hospitales… Son un sinfín de estas circunstancias las que conllevan que los trabajadores del sector tengan que multiplicar sus funciones ante una gigantesca e indescriptible presión y bajo una inmensa responsabilidad, como lo es trabajar en un momento en el que la salud y la vida están en juego.
Si bien la Administración, por sus capacidades y competencias, ha de ser la principal responsable a la hora de atajar la situación, tal como destacaba la presidenta de la Defensora del Paciente a Informativos Telecinco, todos podemos poner de nuestra parte. Es importante destacarlo y eso es precisamente lo que ha hecho una trabajadora del 112 a través de las redes sociales, demandando comprensión y utilizar el teléfono de emergencia y los recursos que tenemos de forma responsable.
En un contexto de desesperación y angustia es probable que en ocasiones se reproduzcan las críticas a la lentitud con la que llega una ambulancia tras llamar al 112, pero esa misma desesperación y esa misma angustia es la que sienten los efectivos a la hora de discriminar los distintos grados de urgencia.
“Cuando llamas al 112 pidiendo un médico o una ambulancia no tienes la perspectiva de que hay decenas de personas llamando al 112 a la vez. Y muchas desde la misma ciudad o zona. ¿Y si tú mismo tuvieras que llamar para varios familiares o amigos a la vez?”, plantea la trabajadora en un hilo en Twitter que suma centenares de retuits.
Para ponernos en esta situación, nos plantea una serie de casos verdaderamente impactantes que se produjeron bajo unos determinados recursos y circunstancias. “Cuatro momentos reales” de la que fue su última guardia en el Centro Coordinador. Y para todos ellos nos lleva a situarnos desde la perspectiva de que cada caso fuese perteneciente a un familiar o allegado:
“¿Difícil, no? ¿A que si todos los pacientes fueran familiares nuestros entenderíamos mejor que los grados de urgencia son diferentes?, cuestiona, llamando a la reflexión.
“Para los trabajadores del 112 todos, los más de 1.000 pacientes diarios, son igualmente importantes. De todos los casos descritos, algunos podían esperar más por el recurso sanitario y otros menos. Algunos podían ser trasladados en vehículo propio a un centro sanitario y otros no. Y todos pagaban sus impuestos. Y todos eran personas con iguales derechos y dignidad. Y todos los alertantes estaban igual de preocupados o angustiados. ¿De verdad os parece que los trabajadores de un Centro Coordinador no mandan los recursos porque ‘no quieren’, ‘no tienen sentimientos’, ‘no tienen vergüenza’, ‘les pagan más cuantas menos ambulancias manden’, ‘no tienen ni idea de hacer su trabajo’, etc.?”, recalca, antes de señalar al auténtico problema:
En este sentido, remata su importante mensaje subrayando: “Pero sí es responsabilidad de los pacientes y sanitarios conocer el funcionamiento del sistema y la escasez de recursos existentes, comprender por qué a veces se toman las decisiones que se toman, y utilizar los recursos de forma responsable. A ambos lados de la cadena asistencial”, concluye.