Sentí el cuchillo por la espalda. Me agarró la cabeza golpeándome con el bordillo. Me gritaba: 'maldita desgraciada vas a morir'. Y el llanto. Es el testimonio de una superviviente de violencia de género en la sección 27 de la Audiencia de Madrid. El día 3 de octubre de 2017 pudo morir. De hecho, V.E. Sossa, acusado ahora de un delito de intento de asesinato por el que la fiscalía pide 16 años de cárcel le gritó algo que nunca olvidará: “Llegó tu día”. Y después llegaron las puñaladas.
Los hechos se produjeron sobre las dos de la madrugada del 3 de octubre de 2017 cuando el hombre acudió al domicilio de Majadahonda donde estaban durmiendo la mujer, con quien había mantenido una relación sentimental desde 2007, y la hija que tenían en común.
La mujer ha relatado que su expareja y padre de una de sus hijas llegó "tomado" a casa y la reprochó que era "mala madre". "Entró en la habitación donde estaba la niña y se desvistió. Le dije que no quería hacer nada y entonces me quitó el teléfono. No le quise dar la clave. Ahí empezó todo", ha señalado.
Y lo que sucedió después pone los pelos de punta y hace sentir en la piel de una mujer maltratada. De hecho, el procesado ha reconocido en el juicio que se portó como un auténtico animal movido por el alcohol. “Me sentí mal porque no quería separarme de mi hija”, dice ahora en su defensa el hombre que admite que tuvo un ataque de ira incrementado por el hecho de estar borracho.
Pero el relato demuestra la crueldad del hombre que advirtió a la mujer que debía de salir de la habitación si no quería que su hija viera todo lo que iba a hacerle mientras cogía un cuchillo de cocina. “Le dijo a la niña que se tapara la cabecita y a mí me dijo que si no salía, la niña lo vería todo. ¿Quieres que se quede huérfana? Le pregunté", ha contado entre lágrimas.
El terror en la mujer tuvo que ser indescriptible. Ella tuvo reflejos para intentar huir a la carrera, pero este la cogió en las escaleras y la atacó con saña. Comenzó a apuñalarla. También la agarró la cabeza por los pelos y se la golpeó contra la acera. Se le rompieron varios dientes por la agresión. "Recuerdo que alguien trató de ayudarme", ha añadido la mujer desconsolada en el juicio.
El destino no quiso que la mujer muriera. Se dio la casualidad de que un agente de la Policía Municipal de Madrid observó desde su casa cómo un hombre apuñalaba a su pareja y decidió bajar rápidamente. Logró reducir al acusado y le detuvo. Vio cómo había una niña en la calle y le comentaron que había otra en la casa. Ambas eran hijas de la víctima. Salvó su vida.