La imagen se repite todos los veranos: imprudentes jugándose la vida desde acantilados, precipicios, rocas o trampolines improvisados con el objetivo de presumir de la proeza de saltar al agua desde lo más alto sin temor a las consecuencias.
Aunque en infinidad de lugares esté prohibido, lo siguen haciendo sin importar el riesgo, y muchos de ellos, cuando creen que dominan el salto le añaden un plus de peligrosidad haciendo un mortal o incrementando todavía más la altura.
No piensan en ese peligro, aunque hay quien sí piensa en grabarlo para poder fardar en redes. Todo por un chute de adrenalina… que puede acabar en tragedia.
Recientemente, uno de los últimos sustos se ha producido en el pantano de El Chorro, en Málaga, donde un hombre saltó desde lo alto de una roca y, tras caer al agua, no conseguía salir a la superficie.
“¡No sale, no sale!”, decían algunos viendo la escena.
“La gente empezó alarmada a gritar al grito de socorrista, y por suerte otro socorrista con la barca estaba allí”, cuenta hoy Pablo, socorrista de La Isla del Chorro.
Un golpe en la pierna lo dejó aturdido y tuvieron que lanzarse a rescatarlo.
“Insistimos en que es peligroso, pero la gente va y hace lo que le apetece”, denuncia Antonio González, encargado de La Isla del Chorro.
Aunque se cansen de advertirlo, con “recomendaciones, cartelería por todos lados”…, como señala el alcalde de Ardales, Juan Alberto Naranjo, sustos como este se repiten cada verano y en cualquier sitio.