Ocho muertes en las cárceles españolas en cuatro días por falta de personal y controles necesarios
Trabajadores penitenciarios se quejan de la falta de personal médico en las cárceles españolas
Denuncian que hay presos que requieren una atención psiquiátrica que no se puede dar en módulos ordinarios
Heroína y benzodiazepinas, el cóctel letal que provoca la muerte a muchos internos
A.R.B tenía 31 años. Cumplía condena en la cárcel de Sevilla I. El 9 de diciembre bajó a cenar y después fue trasladado a su celda en un módulo de aislamiento. A las nueve y media de la noche no se presentó al último recuento. Los funcionarios de prisiones abrieron la trampilla y vieron que el hombre se había ahorcado. No pudieron hacer nada por salvarle la vida.
El día anterior otro interno fue encontrado en la misma situación en el penal cántabro de El Dueso. No se presentó al recuento a primera hora de la mañana. Le encontraron colgado con una sábana. Todo apunta a que los dos internos se suicidaron. Estaban solos en sus celdas.
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La fiesta de la Constitución abría un puente negro en las prisiones españolas. Ocho internos han muerto en cuatro días: dos por ahorcamiento y otros seis por una posible sobredosis. Dos de ellos en los centros penitenciarios de Sevilla, dos en Villabona (Asturias) y el resto en Aranjuez, El Dueso, Ocaña II (Toledo) y Topas (Salamanca).
Instituciones Penitenciarias reconoce que este ha sido un puente trágico. Ya ha abierto las investigaciones pertinentes para esclarecer las circunstancias de estos fallecimientos.
Suicidios durante la noche
La mayoría de los presos que se suicidan lo hacen durante la noche. Las celdas se cierran, dentro no hay cámaras de seguridad, solo en las galerías. Los funcionarios de prisiones hacen rondas cada dos horas para comprobar que todo está en orden, pero es difícil advertir estas situaciones. No siempre llegan a tiempo.
Carmen Hoyos es la coordinadora de Sanidad Penitenciaria de la Organización Médica Colegial. Analizan todas las autopsias y los estudios toxicológicos para determinar las causas de estas muertes. Asegura que "más del 40% de las personas ingresadas en prisión tienen patologías mentales. Los médicos de prisiones no podemos hacer un seguimiento exhaustivo, como deberíamos. Hay una falta de personal sanitario, la mitad de las plazas no están cubiertas y es imposible dedicar a estos pacientes la atención que se debería".
Entre los fallecidos durante este puente de diciembre había un reo de nuevo ingreso. Acaba de llegar a la cárcel de Aranjuez. Según Hoyos, entrar en prisión es una situación muy estresante e incontrolable. No siempre tienen presos de acompañamiento ni se incluyen en los programas de prevención de suicidios: "A lo mejor esta persona no tiene antecedentes de problemas mentales ni ha sufrido nunca un cuadro depresivo. Pero si es su primera vez en la cárcel se le acumulan los problemas, fuera deja una familia estigmatizada socialmente, con problemas económicos, piensa que su vida no tiene sentido, que se le acaba el mundo, aunque sea una situación transitoria. A estos internos se les debe dar una labor asistencial inmediata para hacerles ver las cosas de otra manera, pero la falta de personal hace que sea imposible", critica.
Heroína y benzodiazepinas, un cóctel letal
La sobredosis es la otra razón por la que mueren más presos en las cárceles españolas. Se produce por un consumo abusivo de excitantes o de sustancias depresoras del sistema nervioso central. Según Hoyos, "el perfil del interno que muere por esta causa es el de un paciente joven con antecedentes de toxicomanía que está en tratamiento con psicofármacos. Estas sobredosis suelen darse por mezcla de muchas sustancias, normalmente heroína y pastillas con benzodiazepinas. Las dos son depresoras del sistema central y sumadas producen una depresión respiratoria".
Los funcionarios de prisiones denuncian que esta situación se agrava especialmente durante los fines de semana y días festivos, que es cuando los presos tienen visitas. Durante los vis a vis sus familiares o parejas consiguen introducir estupefacientes en las cárceles para consumo propio o para trapichear dentro de los muros.
A esto se suma a la falta de personal sanitario. La mitad de las plazas de médicos están sin cubrir y las plantillas son insuficientes en puentes como el de diciembre. En algunas cárceles no hay médicos de guardia presenciales, aunque estén localizados, lo que obliga a que los auxiliares de enfermería repartan toda la medicación para varios días y algunos internos acumulen gran cantidad de pastillas.
"Se reparten miles de psicotrópicos o metadona, pero se prescriben de forma pautada, en dosis que en ningún caso pueden ser letales, aunque consuman todo junto", afirma Hoyos. Aún así hay internos que venden estos psicofármacos o trafican con ellos, una situación difícil de controlar.
"En los casos específicos que requieren una medicación observada, los enfermeros se encargan de entregar personalmente cada dosis a cada interno, incluso vigilan si ingieren esas pastillas o llegan a darles las pastillas machacadas para que no puedan escupirlas, pero estos trabajadores se encuentran con una sobrecarga enorme de trabajo, atendiendo urgencias vitales y dispensando la medicación, por lo que es imposible estar a todo", añade.
En su opinión estos internos con patologías mentales quizás no deberían estar en módulos ordinarios."Si un juez determina que una persona con una enfermedad mental debe estar privada de libertad será por algo, pero hay centros psiquiátricos o con terapias específicas, necesitan un seguimiento exhaustivo para que no haya este peligro".
Aún así desde Instituciones Penitenciarias aseguran que, según el último informe de estadísticas penitenciarias del Consejo de Europa, en las prisiones españolas mueren 11 internos por cada 10.000, casi un tercio de los casos registrados de media en las cárceles europeas, donde se elevan a 31.