El grupo de WhatsApp de un grupo de trabajadores del Ministerio de Hacienda echa humo: "Que van a vacunar a los de 50-55 la semana que viene", dice uno. "Pues a mí no me han llamado aún", contesta otro. "A ver si tienen tus datos mal, que a mi vecino que es un año menor que nosotros le llegó el mensaje de citación ayer", le advierte un tercero. Todos son compañeros de trabajo nacidos en 1965 (cumplen 56 años este 2021) y se han sobresaltado así cuando Madrid ha anunciado que la semana que viene -entre el 17 y el 23 de mayo- va a comenzar a citar para vacunarse a los adultos de entre 50 y 55 años. Y seguramente la semana anterior se produjo la misma conversación entre gente de 60 a 65, y la anterior en los de 66 a 69. En Madrid y en toda España. Podríamos llamarlo el síndrome del ‘y a mí cuando’de los impacientes de la vacuna.
Valga otro ejemplo, el del padre de un redactor de este periódico, que se pasó una mañana entera de sábado despotricando porque habían citado a sus amigos de generación y a él no, y ese lunes, dos días después, recibió el ansiado mensaje con la fecha de vacunación. O el del suegro de otra periodista, de 69 años, que llegó a plantarse en su hospital porque a su hermano, 16 meses menor, ya le habían vacunado "y a mí no me llamáis".
Normalmente, al otro lado de este nerviosismo se encuentran administrativos de las comunidades autónomas y personal sanitario. En Galicia los centros de salud no dan abasto con las llamadas relacionadas con la vacunación. “Llaman porque han visto el mensaje días después de la cita asignada, gente que quiere hablar con el médico para consultar si con sus patologías se pueden vacunar, gente que no se quiso vacunar en su momento y ahora sí, otros para consultar cuándo se les va a vacunar. Los centros no dan abasto con las llamadas”, dice Isabel Ferreira, presidenta de la Asociación de Personal de Servizos Xerais do Sergas.
“Muchas de las llamadas están relacionadas con personas que piensan que tenemos mal sus datos porque han citado a una persona que tiene su misma edad o a un vecino cuyo apellido empieza por la misma letra que la suya y a él no. También hay quien quiere irse de vacaciones y quiere saber cuándo le va a tocar. Y son muchísimas las personas que nos llaman porque quieren saber de antemano cuál es la vacuna que le van a poner”, cuenta Yolanda Dacosta, personal de servicios generales del Sergas en un centro de salud de Tui (Pontevedra).
En la misma comunidad Jesús Sueiro, portavoz de la Asociación Galega de Medicina Familiar e Comunitaria y médico de un centro de salud de Santiago de Compostela, cuenta a NIUS que todos los días recibe entre una y dos llamadas de pacientes preocupados porque han llamado a personas de su entorno y de su edad para ponerles la vacuna y a ellos aún. “Nos dicen es que yo tengo un cuñado, un vecino, un compañero de trabajo que tiene mi misma edad y a él le han vacunado y a mí no”. “Lo triste es que esto acabe en el médico. Es una tarea puramente administrativa y nosotros lo único que podemos hacer es actuar como mensajeros, enviar los datos de esa persona que nos llama a un correo electrónico”, se lamenta el doctor de no poder darle más solución a sus pacientes.
La misma sensación traslada una enfermera del centro de salud Luis Vives en Alcalá de Henares, en Madrid. "Aquí hemos tenido colas de una hora para pedir cita para la vacuna, y mucha por el boca a boca. Una vecina le dice a otra que la han llamado, ésta se pone nerviosa y, como en el teléfono habilitado para dudas sobre covid solamente puede decirte que esperes a que te convoquen, se plantan aquí", explica la trabajadora, sin querer dar su nombre.
Desde la consejería de Sanidad de Madrid piden a los ciudadanos tranquilidad: "Se está vacunando por grupos etarios como marca la estrategia nacional", insisten a NIUS.
Además, la disponibilidad de vacunas es progresiva, con cargamentos llegando cada semana, y algunas de ellas, como Janssen o AstraZeneca, está limitadas a un grupo de edad. Por eso, según llegan, se va citando a la gente de mayor a menor edad. De esta forma, se van a aprovechando todas las dosis que llegan, dando prioridad a los más mayores que aún no han sido inoculados ninguna vez. Hay que tener en cuenta que simultáneamente, tienen que ponerse en el plazo previsto las segundas dosis.
Además, hay lugares con población más envejecida que otros, y por lo tanto cuanta más gente mayor en un lugar, más se tarda en convocarlos a todos. Así que, tomando como ejemplo Madrid, a un vecino del barrio X de la capital pueden llamarle de los primeros, ya que en su área de salud se han recibido vacunas y es de los mayores de ese barrio, mientras que a su mejor amigo, de su misma edad y que reside en un municipio a 15 kilómetros, han tardado dos semanas más en llamarle porque su pueblo tiene una media de edad más alta -son más gente de esa franja de edad a vacunar- y ha habido que esperar a un nuevo cargamento de vacunas.
De cualquier manera, al ritmo que va la vacunación, cualquier retraso respecto a amigos o familiares de la misma edad será cuestión de menos de un mes, ya que las previsiones del gobierno son que para verano esté casi toda la población de más de 40 años vacunada.