Pronto han aprendido los empresarios chinos las trampas de la economía de mercado. Un conocido fabricante textil de la región de Guangxi, deseoso de terminar con la competencia de un colega conocido como Sr. Wei decidió contratar los servicios de un sicario para acabar con su vida y seguir disfrutando así del control del mercado que había comenzado a perder.
Para lograr su objetivo contrató los servicios de un sicario al que encargó asesinar al Sr. Wei a cambio de 250.000 euros más un bonus de 125.000 euros.
El asesino a sueldo vió rápido el negocio y subcontrató el encargo a un segundo criminal por el importe del bonus: 125.000 euros quedándose con el principal del botín.
Pero este segundo sicario también vio la oportunidad de quedarse con una buena tajada pero sin hacer el trabajo y lo volvió a subcontratar por 35.0000 euros.
Y así un cuarto y hasta llegar a un quinto sicario al que la recompensa por asesinar al sr Wei solo alcanzaba 13.000 euros, un escaso 5 % de lo ofrecido inicialmente.
Así que a este último asesino a sueldo el encargo le pareció tan mal pagado que solo se le ocurrió la idea de reunirse con la víctima y proponerle que la única forma de salir airado de semejante entuerto era fingir su muerte.
Tras hacerle las fotos pertinentes, estas fueron de sicario en sicario hasta llegar al empresario corrupto sin imaginar que la víctima decidió por su cuenta y riesgo ir a la policía para contarle la verdad.
Y claro, la rápida intervención de los agentes consiguió la detención de toda esta cadena de seis peligrosos delincuentes que han sido juzgados y condenados a penas de entre dos y tres años, según ha contado Metro.