Septiembre, un mes dramático para las parejas: cómo hacer que el verano no acabe en divorcio
La franja de edad entre 40 y 49 años de matrimonios con una media de 16,3 años, los más vulnerables
Los expertos dan algunas claves para intentar superar un veraneo sin riesgos
Las parejas se separan más tras el verano. Es un hecho que confirman los datos. A la espera de si en España se acaba haciendo lo que en Dinamarca, que combate el divorcio express obligando a las parejas a pasar tres meses de terapia matrimonial para pensar el paso a dar, lo cierto es que la convivencia veraniega se convierte en muchos casos en la gota de que colma el vaso en muchas relaciones que ya caminaban hacia la deriva.
Las demandas de disolución matrimonial -separaciones y divorcios- presentadas en 2018 en los órganos judiciales, eso sí, se redujeron un 2,4 por ciento respecto al año anterior, ya que fueron 111.704, frente a 114.491 de 2017, según el Servicio de Estadística del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).
El INE realiza también un perfil de la gente que se divorcia. Y estos son algunas de sus conclusiones. Los matrimonios duran 16,3 años de media. El 31,6% de los divorcios se produjeron después de 20 años o más de matrimonio, y el 22,2% entre cinco y nueve años. El mayor número de divorcios entre cónyuges de diferente sexo tuvo lugar en la franja de edad entre 40 y 49 años, tanto en hombres como en mujeres. En las separaciones, la de los hombres estuvo entre 50 y 59 años, y la de las mujeres entre 40 y 49 años. Y hay un dato más que suele ser recurrente. La concentración de casos que se registran a la vuelta de las vacaciones de verano, concretamente septiembre...
Un informe elaborado por el NCBI entre decenas de parejas que se habían divorciado aporta luz sobre las razones. La infidelidad, la violencia doméstica y el consumo de sustancias por parte de uno de los miembros de la pareja eran las más comunes como la realidad de que casi siempre la pareja culpe al otro de la separación. Otras razones son cómo el cónyuge maneja el dinero (40%), darse cuenta de que uno se ha casado demasiado joven, los problemas de comunicación, la incompatibilidad, la falta de compromiso, de sexo… Y en verano, sí, algunas de estas razones se acentúan.
Las personas divorciadas, en comparación con sus contrapartes casadas, tienen niveles más altos de angustia psicológica, abuso de sustancias y depresión, así como niveles más bajos de salud general. El conflicto marital y el divorcio también han demostrado estar asociados con resultados académicos negativos en los niños, incluido un menor éxito. Pedro qué opinan los expertos en relación a la capacidad del verano para corroer los cimientos de una relación. La doctora Julia Márquez Arrico Psicóloga, experta coach reconoce que "el frío o calor más extremo nos vuelven más irritables. En este sentido, la influencia de la temperatura en verano la observamos en que: no descansamos bien por el calor, no terminamos de sentirnos cómodos y entonces estamos más irritables; ello nos lleva a discutir más y las discusiones son una de las tres causas más frecuentes de separación". Muchas parejas se autoengañan y creen que el malestar de la vida en pareja es por su trabajo, por su familia de origen, por las exigencias diarias; pero no es así.
Porque los expertos consideran que cuando hay estrés laboral u otros problemas, la pareja ha de ser un apoyo no una carga más. Si durante el año vivimos nuestra pareja como una carga más y no como un apoyo para sobrellevar otros problemas, ello es un indicador de riesgo para que haya una crisis en verano.
María Huertas Vieco, psicóloga sanitaria, experta en terapia familiar y de pareja y co-directora en Psinergia Psicólogos (www.psinergia.com) reconoce también que "los periodos vacacionales siempre pueden convertirse en épocas de tensión para aquellas parejas que no mantienen una buena comunicacion y no resuelven sus conflictos a lo largo del año". Porque esa es una de las claves de que el verano en ocasiones se convierta en un precipicio. Durante el resto del año, con pretextos como la falta de tiempo, el estrés, las obligaciones y la rutina diaria, se van obviando los problemas en la convivencia, que tienden a acumularse. Sin embargo, el verano, en muchas ocasiones, supone pasar más horas juntos, hacer más planes en familia... lo que puede incrementar el número de roces y conflictos y, sumado a los problemas previos, se convierte en una auténtica bomba de relojería, señala la experta.
Julia Márquez añade un matiz más. Los hijos. Porque "el verano afecta más a las parejas con hijos, si bien, para éstas es más complicado decidir separarse tras las vacaciones. De hecho, las parejas con hijos suelen tener más problemas en verano, pero se separan menos que las parejas sin hijos al considerar las consecuencias, económicas, prácticas y legales de la separación .
No solo eso, Márquez certifica que "septiembre es uno de los meses con mayor demanda de terapia psicológica, los casos más comunes tras el verano son las crisis de pareja, dificultades en la crianza de los hijos y los trastornos de alimentación o relacionados con la imagen corporal". María Huertas reconoce que cuando las parejas se separan en verano o explotan los conflictos en ese momento es porque se desacostumbraron a compartir momentos juntos y viven la presencia del otro como una molestia. Si no se es flexible en este sentido y si no se entiende que tener paeja es ceder, habrá una crisis importante. María Huertas añade a este cóctel la necesidad de "comunicación, tiempo, gratitud y pedir ayuda antes de que sea demasiado tarde".
En cuanto a la posibilidad de pasar las vacaciones con más amigos, es signo de independencia y podría considerarse, incluso, beneficioso, salvo que la razón sea evitar a la pareja.
Los consejos de los expertos para evitar que tu pareja se rompa en verano
1. En el caso de que se viaje en familia, es muy importante que cada uno tenga su habitación, así se preserva un poco la intimidad de la pareja. Estar siempre con familiares alrededor puede vivirse como muy invasivo y estresante.
Escoged un plan de vacaciones o una manera de pasar el verano que sea equitativa. No valen los " a mi me da igual" o los "lo que tu quiera", la pareja son dos personas y esas dos personas tienen que elaborar de modo equitativo los planes. Para que cada una de las partes tenga momentos que le agraden y le intereses.
Tener vacaciones juntos no es igual a estar juntos todo el tiempo. Es una gran idea compatibilizar momentos juntos con momentos independientes. Por ejemplo, si uno quiere ir a la playa y el otro quiere ir de compras, pues puede ir cada uno por su lado y eso no representa llevarse mal o no quererse.
Evitar dedicar el verano a discutir/debatir sobre temas importantes. Dicho de otro modo, destinar el tiempo juntos o las vacaciones a hablar de temas importantes para la pareja es desaprovechar un momento del año que puede mejorar la relación. Los problemas o los temas importantes se han de abordar conforme van surgiendo, no hemos de tener una lista de temas pendientes y sacarla a relucir en verano, esto es un grave error.
Ser realistas. La relación durante el verano es una prolongación de la relación que se tiene el resto del año. Si bien es cierto que el día a día y la rutina de trabajo e hijos puede distanciar a la pareja, que en verano no se vaya con tantas prisas puede mejorar la relación de pareja. Pero hay que ajustar las expectativas a la realidad. Yo les pregunto: cómo te llevas con tu pareja durante todo el año? Según lo que me contesten trabajamos en adaptar las expectativas (si te llevas fatal te llevarás mal en verano también). El verano potencia la relación que se tiene todo el año, si es buena puede hacerla mejor y si es mala la empeorará (porque se pasa más tiempo juntos).
Atender a los aspectos positivos de mi pareja. La mente humana tiene un sesgo, un error sistemático, busca siempre lo negativo. Con lo cual, la imagen que tenemos de nuestra pareja está modificada por este sesgo, reconocemos mejor lo negativo que lo positivo de él o ella. Por esto, les pido a las parejas que lleven a cabo un registro o un diario de los aspectos positivos que descubren de su pareja; como pareja, como padre/madre/hijo/abuela/etc. y como persona individual.
Por ocupados que estemos, para que una pareja funcione es imprescindible dedicarle tiempo y cuidados. Una idea podría ser reservar unos minutos diarios para charlar sobre cómo ha ido el día. Es importantísimo hacer saber al otro qué me molesta, pero también es vital practicar la gratitud y hacer saber a mi pareja qué es lo que me agrada de ella.
Y cuando acaben las vacaciones qué
Julia Márquez Arrico cree que lo mejor es volver a la rutina progresivamente, por ejemplo, regresar de vacaciones un día viernes o sábado para tener el fin de semana en casa a modo fase de adaptación. "Si como pareja surgen conflictos en la vacaciones, hay que esperarse unos días, dos o máximo tres, para abordar los problemas que han surgido". Pero nunca juntar, el regreso a la rutina con hablar de problemas o desacuerdos que hayan surgido durante el verano, porque es demasiado estrés de un día para el otro. María Huertas Vieco recomienda por su parte no olvidar el reparto de las tareas domésticas y de los hijos durante todo el año. Que sí, que luego el verano se hace duro. Y tal vez imposible.