A tres minutos de la cárcel. En el centro de Barcelona. La odisea de Sarah, de 26 años, le pudo pasar a cualquiera. Llevaba dos meses viviendo y trabajando en Barcelona. Ese día volvía a su casa como un día normal. Su agresor la estuvo esperando hasta que llegó a la puerta de su casa y allí en el rellano, pese a la resistencia de ella, la forzó, primera a hacerle una felación y luego la violó. La joven aún recuerda la sensación de tener ame ese hombre detrás, su intento de pelear y la impotencia.
Fueron unos 15 minutos que a ella “se le hicieron una vida”, pensó que la mataba. Después de violarla, se fue corriendo y la dejó ahí tirada. Ella llamó a sus compañeros de trabajo para pedir ayuda. Eran las 11 de la noche, estaba oscuro y ella solo pudo describir a su agresor a grandes rasgos. Lo más característico: su calvície.
Pero los hechos, ocurridos en febrero de 2019 y por los que el hombre está en prisión preventiva son más aterradores. Porque el hombre que violó a Sarah (el ADN lo ha confirmado y está en prisión preventiva por ello) gozaba de un tercer grado. Tenía 38 antecedentes, aunque ninguno por agresión sexual. Algo que se investiga ahora porque el hombre aprovechó un día de permiso para violar a Sarah, y luego volvió a dormir a la cárcel.
las cámaras de seguridad permitido a los investigadores perfilar el recorrido que hizo el hombre después de abordar a Sarah. El último punto: el Centro Penitenciario de Mujeres, donde cumplía su condena.
Lluis Costa, el abogado de Sarah, explica a Informativos Telecinco que Sarah también peleó para identificar a su agresor. Para ello, las cámaras de seguridad de la zona fueron esenciales y permitieron a los investigadores perfilar el recorrido que hizo el hombre después de abordar a Sarah. El último punto fue la sorpresa: el Centro Penitenciario de Mujeres, donde cumplía su condena.