La Policía Municipal de Madrid interpuso el pasado Domingo de Resurrección una propuesta de sanción a un sacerdote y su ayudante por ofrecer una misa a los vecinos a las puertas de una iglesia de la San Jenaro, en el madrileño barrio de Pueblo Nuevo.
Aunque los hechos ocurrieron el 12 de abril, las imágenes de la intervención policial se han publicado recientemente en redes sociales, lo que ha causado mucha polémica entre usuarios que critican o que comparten la actuación de los agentes o del párroco, o entre quienes lo comparan con otras manifestaciones religiosas, como la llamada a la oración musulmana sí permitida hace unos días en la localidad tarraconense de El Vendrell.
El cura de San Jenaro, Roberto Carlos Baker, había montado un pequeño altar a las puertas de la iglesia, situada en la calle Vital Aza, compuesto por una mesa, una cruz, una vela pascual y dos sillas. Le acompañaba, aunque separada varios metros, una mujer que leía los salmos y lectoras de la jornada. Iban equipados con micros y altavoces reproductores. También con una cámara, que grababa y reproducía en directo la misa.
Según se ve en las imágenes, en un momento de la celebración llegaron dos agentes, que pidieron al sacerdote que cesara la actividad porque estaban "en la vía pública". A continuación, les pidieron la documentación y que apagara los altavoces, que estaban a volumen alto.
El religioso alegó que estaba en el portal de la propia parroquia y "no está cometiendo ninguna infracción" citando el artículo 11 del real decreto sobre estado de alarma, que lo permite pero apuntando que la asistencia a los lugares de culto y a las ceremonias se condicionan a la adopción de medidas organizativas consistentes en evitar aglomeraciones de personas, en función de las dimensiones y características de los lugares, de tal manera que se garantice a los asistentes la posibilidad de respetar la distancia entre ellos de, al menos, un metro.
Tras la sanción, varios vecinos, que estaban escuchando la misa desde los balcones y ventanas de sus casas, reprocharon a los agentes su actuación y aplaudieron al sacerdote, que les pidió tranquilidad. "Están cumpliendo con su misión. Ellos tienen razón. Lo siento, la Policía tienen razón. Continuaremos la misa dentro. Lo siento muchísimo. Cuidaos mucho", dijo a los residentes en el barrio.
Por último, el párroco pidió a los agentes mantener el altavoz para que los vecinos pudieran seguir escuchando la misa, que continuaría dentro de la iglesia, lo que tampoco fue permitido en virtud de la ordenanza municipal sobre ruido.
Hace una semana la Asociación Española de Abogados Cristianos presentó una querella ante la Sala Segunda del Tribunal Supremo contra el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, por un presunto "delito de prevaricación", así como por dos supuestos delitos contra los sentimientos religiosos, "uno de prohibición de culto y otro de interrupción de culto", por el desalojo de algunos templos mientras se estaba celebrando misa. Entre esos casos incluyen el de la parroquia de San Jenaro.