Insólita para muchos ha resultado la sugerencia que la diseñadora Stella McCartney ha afirmado que no hay que lavar continuamente la ropa. Y no lo dice sólo por ecología: sostiene que aprendió en una sastrería de lujo británica que para quitar las manchas no hay que lavar todo el traje. Airear, cepillar y listo, Stella McCartney se ha propuesto salvar el planeta declarando la guerra a la lavadora.
Lavar lo justo y necesario, todo son ventajas, contamina menos, reduce el consumo de energía e incluso alarga la vida de la prenda, aunque a más de uno le parece antihigiénico. Pero no es la única que prescinde del detergente, el CEO de una importante marca de vaqueros, confiesa que los suyos no se han lavado en todo un año, ni planea hacerlo.
Los jeans ya repelen las bacterias y con meterlos en el congelador, dicen algunos, se eliminan los olores, trucos que ni siquiera serán necesarios con la ropa que viene, la moda sostenible, tejidos inteligentes que ni huelen ni se manchan por mucho que los aderecemos con kétchup o mostaza. Días, meses, pueden sudar la camiseta sin que ésta conozca la lavadora, un electrodoméstico que ya prevé su futuro, como objeto de museo.