María del Carmen Domínguez todavía no se lo cree. Tampoco su hijo Sergio, que cuando esta mañana se despertó, seguía pensando en "cómo puede haber gente tan desalmada" para robarle la silla de ruedas a su madre. En minuto y medio, lo que tardaron en dar la vuelta a la fuente. El que lo hizo sabía lo que hacía y el daño que cometía. Todo ocurrió en un parque de Pontevedra. "A mi madre le diagnosticaron la enfermedad hace un par de años y más que temblores, tiene pérdida de equilibrio. Afortunadamente puede caminar, pero se cansa mucho. En casa puede moverse sin ella, pero en la calle, no. Necesita la silla", explica Sergio Fontán.
"Para mi madre ha sido el trastorno de no tener la silla, carai. Sufre una parálisis supranuclear progresiva, un tipo de párkinson. Afortunadamente, puede caminar, pero cien metros para ella son un abismo. Solemos dar una vuelta a la fuente, nos lleva minuto y medio". Es lo que hacen cada tarde. Pero la última vez alguien se había llevado la silla. "Yo no la veía. Ostras, dónde esta la silla. Y ahí ya me di cuenta de que la habían robado. Y con ella, la manta que la protege del frío y una bolsa con la medicación. Eran muy importantes las pastillas de dormir". De hecho, la noche que perdió la silla María del Carmen solo durmió tres horas. Un robo incomprensible pero más habitual de lo que pensamos. Porque es verdad. "Vivimos en una sociedad sin valores ninguno, es que ¡Dios Mío es una silla de ruedas!". La indignación se entiende.
En un primer momento, Sergio pensó que se trataba de una gamberrada. Lo primero que hizo fue denunciar el robo a través de las redes sociales y ya de noche, después de dejar a su madre en casa para que descansase, acudió a la Policía Local para poner una denuncia en la que detalla lo ocurrido. Mari Carmen ya tiene una nueva silla de la Seguridad Social. Su hijo estaba dispuesto a alquilar una para que su madre no se perdiera sus paseos diarios.