A plena luz del día y ante la mirada atónita de un Guardia Civil fuera de servicio y otro ciudadano, un ciudadano marroquí intentaba llevarse una embarcación recreativa de uno de los amarres del puerto deportivo de Melilla. Lo consiguió, pero tuvo una salida accidentada: chocó con tres barcos diferentes que estaban atracados.
Comenzó entonces una persecución entre el delincuente y el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil. Salió de las aguas territoriales españolas y los agentes pidieron la colaboración a la Gendarmería Real marroquí, que fue quién detuvo al autor del robo y localizó la embarcación.
Este tipo de embarcaciones son cada vez más usadas por las mafias de la inmigración. Un negocio redondo: cobran a cada persona entre 2.000 y 4.000 euros por viaje y además realizan varios traslados al día. La Guardia Civil investiga ahora al propietario de la embarcación por si pudiera estar implicado en un delito de tráfico de personas.