La Reina del Burundanga no tenía piedad con nadie, pero menos con los que más la querían. No se habla de otra cosa en Villaobispo en León y no es para menos. La historia de Natalia ha sorprendido a todos porque era una chica aplicada, deportista, jugaba en el Atlético Benavente y en la selección regional femenina de fútbol. A los ojos de todos una chica normal con esos ojos azules y esa sonrisa que cautivaba y visto lo visto, embaucaba.
Ahora, Natalia ha saltado a las portadas y los telediarios por haber sido detenida, a sus 24 años, por envenenar a siete personas con burundanga. Natalia, necesitaba dinero. Sus padres creen por culpa del póker on line al que parece ser adicta. Engañaba a la gente más próxima de su entorno, incluido su abuelo de 90 años e incluso a su padre. Les drogaba con burundanga para luego asaltar sus cajeros aprovechando su estado de confusión y vulnerabilidad extrema. No solo eso, luego era capaz de falsificar facturas para que sus víctimas creyeran que habían gastado ese dinero o habían sido engañados en internet. Pero era ella la que había abusado de su confianza y apropiado de su pin. Ahora dice que está arrepentida.
Las fuerzas de Seguridad atraparon a Natalia cuando esta acudió a las instalaciones para denunciar que estaba siendo acosada por una deuda. Desconfiaron. El testimonio era poco creíble. Y los casos de gente que había denunciado un golpe a sus cuentas después de haber pasado un tiempo en el hospital por culpa de una intoxicación era más que sospechoso. Alguno de ellos, de hecho, llegó a pasar por la UCI. Poco a poco hilaron cabos, más aún cuando una frase se repetía entre los afectados. “Quedé a tomar algo con Natalia, y luego”. Ahí estaba la clave. Al inspeccionar en su casa encontraron un importante alijo de burundanga.
Uno de los testimonios más sorprendentes fue el de una de las mejores amigas de la joven. Esta acudió a visitarla nada y más y nada menos que para invitarla a su boda. Natalia vio una presa fácil en ella. La invitó a tomar algo y repitió su modus operandi. La esquilmó y la dejó al borde de la muerte, porque Natalia no controlaba las dosis de burundanga. Natalia fue finalmente detenida. Su afición por el póker sigue viva, pero serán pocos los amigos y familiares que la acompañen a una terraza a tomar algo.