Lee Brooke estaba cazando alces en Wyoming con su cuñado Neal y dos amigos más cuando se encontró con un oso pardo. El ataque ocurrió en octubre de 2016 en las montañas de Dubois, Estados Unidos.
Según informa Fox News, todo comenzó cuando disparó a un alce. Fue a acercarse a él cuando vio que un oso pardo lo iba a coger para él y sus cachorros. Brooke se dio cuenta de que estaba en peligro y decidió huir. Pero el oso le alcanzó y le agarró por la espalda. Le tiró al suelo y le arrancó la nariz y el labio superior de la boca. Brooke intentó defenderse y consiguió apuñalar al animal con un cuchillo que tenía guardado en el bolsillo. Finalmente el animal decidió irse.
La víctima se estaba desangrando mientras intentaba buscar ayuda. Por suerte, una hora después, su cuñado Neal le encontró. Ansiosos por encontrar ayuda, iniciaron un viaje lento por la montaña para llegar al servicio de telefonía. “Me quité la camiseta y se la dí para mantenerle caliente. Estaba temblando”, dijo Neal.
Siete horas más tarde del ataque, Brooke se encontraba en un helicóptero dirección al Swedish Medical Center en Englewood. Pasó cinco meses en Colorado y cumplió los 60 años en el hospital. Durante un mes, estuvo en coma inducido en la Unidad Sueca de Quemaduras y Reconstrucción.
Las horas de cirugía lo mantuvieron vivo y conservaron parte de su nariz. Los miembros del equipo médico de Brooke están considerados entre los mejores del país. Drs. Benson Pulikkottil y Lily Daniali, marido y mujer, son miembros esenciales del equipo que le operaron durante tres meses. Luego pasó dos meses en rehabilitación, aprendiendo cómo comer de nuevo y superar el trauma fisiológico.
Gran parte de la cara actual de Brooke se reconstruyó a través de procedimientos delicados utilizando injertos de piel de su pierna derecha.
Brooke dijo que siempre le estará agradecido a la medicina moderna por el asombroso trabajo de algunos de los médicos y enfermeras más talentosos que podría haber esperado.