Son poco más de las dos de la tarde. Frente a la frontera entre La Línea de la Concepción y Gibraltar, se acumulan las cámaras y algunos linenses. Hay muy poco tránsito, si se exceptúa a decenas de jóvenes gibraltareños que, ante el confinamiento en la Roca, pasan la aduana para beber y celebrar el fin de año al otro lado de la Verja. Los reunidos los ven pasar mientras esperan la comparecencia de la ministra de Asuntos Exteriores.
Cuando se produce, Lorenzo Pérez Periáñez, miembro del Grupo Transfronterizo, pone el oido en un teléfono móvil para escucharla. Su cara cambia a cada palabra, del gesto serio por la incertidumbre del acuerdo, pasa a la sonrisa por saber que lo hay. Cuando oye: "Se levanta la Verja" su rostro se llena de emoción.
"Es un día histórico, sentimos una tremenda emoción", asiente Periáñez. "Esto anuncia un futuro mucho mejor para todos, de unidad entre los pueblos de La Línea y de Gibraltar. A partir de ahora vamos a tener una relación muchísimo más fluida. Creo que es el día más importante para La Línea de la Concepción desde su constitución como ciudad".
Y decir eso es irnos al siglo XIX. La Línea, fundada el 20 de julio de 1870, siempre ha tenido la Verja ahí. Nadie con vida conoce una Línea de la Concepción sin frontera con su vecina Gibraltar. Una Verja que divide, y que hace perder tiempo, y esfuerzos, a los ciudadanos de ambos lados. Lo sabe bién Juan José Uceda, de la asociación de trabajadores españoles en Gibraltar, ASCTEG.
"Hemos guardado y sufrido durante toda la vida, muchas horas de espera. A veces hasta ocho horas de colas para ir a trabajar", recuerda Uceda. "La desaparición de la frontera, que puedas entrar y salir libremente, es lo más importante para los trabajadores. Te permite ir a tu trabajo sin perder todas esas horas. Eso es fundamental, eso sí que es histórico".
Porque esa Verja que desaparecerá, ve cada día atravesar a diez mil almas del Campo de Gibraltar, camino de los empleos que sujetan la economía de la zona. Hoy, en el último día del año, han sido pocos los que tenían que acudir al trabajo, pero los que salen del Peñón tras la jornada, y se enteran por las preguntas de los periodistas del acuerdo, sonríen entre la incredulidad, y la satisfacción.
"No sabía nada", dice con prisa Sonia. "No lo esperaba, estaba con la incertidumbre de ver que pasaba, pero todo lo beneficia a ambos lados me parece estupendo".
"Vivo en La Línea y tengo que pasar todos los días a Gibraltar a trabajar, y muchas veces la policía de los dos lados te para, y te pregunta adónde vas, y pierdes mucho tiempo", explica Ada. "La desaparición de la frontera, pala la gente que vivimos aquí, es una buena noticia".
Y si eso dicen los linenses, su alcalde, Juan Franco, no será el que diga lo contrario. Lleva años luchando por esa fluidez, que la caída de la Verja pone en bandeja.
"Entiendo que se va acabar generando la fluidez que tanto hemos pedido", dice Juan Franco. "Creo que es un día histórico, estoy muy contento con la gestión. Esperemos que sea el primer paso, para que esta zona de prosperidad compartida, de la que tanto se ha hablado, se acabe convirtiendo en una realidad".
Tardará, pero si el acuerdo se cumple, para los linenses será su particular caída del muro de Berlín. No lo esperaban, pero mientras el día y el año tocan a su fin, ese "se levanta la Verja", resuena por las calles de la Línea de la Concepción.