Terror en la butaca del cine: descubre por qué nos gusta pasar miedo
Informativos Telecinco
19/04/201908:22 h.El miedo, esa sensación irrefrenable de la que no podemos escapar, es perseguido por muchas personas cuando acuden a ver una película de terror en la gran pantalla. El espectador consigue el éxtasis superior cuando grita de auténtico pánico en la butaca de la sala o desde el sofá de su domicilio.
Según el escritor de novelas de terror y ficción sobrenatural, Stephen King, el miedo se refleja en la obsesión por algo “macabro”, el interés por la morbosidad, detalles que alimentan la adrenalina al pensar que algún ser extraño va a alcanzar nuestro tobillo al aproximarnos a la cama o saldrá del interior de un armario.
A ojos del psiquiatra y guionista Eduardo Torallas, el terror se comunica con la parte más primitiva de nuestro cerebro y se relaciona directamente con el instinto de supervivencia. En realidad, las personas que toman asiento en el cine para pasar miedo o angustia lo hacen porque la misma tensión inicial que experimentan se convierte en un placer absoluto cuando ha pasado el “peligro”. Una montaña rusa de sentimientos que deja aflorar diversas sensaciones, en primer lugar tensión que después excita, descarga y relaja por completo. Algo que según los expertos está directamente relacionado con la lengua materna.
Excitación que no se traslada a la vida real en la que, sin embargo, no gusta poner en juego nuestra vida. De esta manera, el espectador es consciente de que está viviendo una pesadilla en la ficción que le permitirá liberarse de toda la carga acumulada en la realidad producida por estrés y que no corresponde a algo auténtico. Situación inverosímil que responde a la sensación de plenitud final que experimenta una persona al ver un thriller o película dramática.
Según expertos en Neuropsicología, sentir miedo al visualizar una película de terror podría favorecer a determinados aspectos de la vida diaria. A continuación, se establece un decálogo de razones positivas que experimentan las personas al 'pasar miedo'.
Expulsión de adrenalina y activación de dopamina
En primer lugar, la experiencia de emociones fuertes potenciaría en el cerebro una liberación de adrenalina extrema al sentir pavor que sería compensada con la activación de la dopamina, el neurotransmisor relacionado con el placer y la recompensa.
En segundo lugar, la sensación de angustia inicial fomenta la transferencia de la excitación tardía. Esto ocurre cuando se pone en marcha el contagio de la actividad posterior. Al terminar de ver una película de terror, las emociones han superado una barrera fronteriza y la persona está sobre exaltada. Esas características se aplican en la actividad realizada inmediatamente después generalmente para bien al luchar contra diversos obstáculos.
Ejercitamos el cerebro
Al mismo tiempo, el miedo potencia el entrenamiento de la vía racional cerebral. Mediante dos vías de escape del sistema nervioso, una rápida de reacción inmediata que activa directamente la amígdala, en la que no nos da tiempo a pensar demasiado, y otra más detenida que permite evaluar y reflexionar sobre lo que pasa sin anticiparnos a algo que desconocemos.
Sube la autoestima
El terror también es necesario según determinados psicólogos, ya que aumenta el nivel de autoestima. En este sentido, las simulaciones terroríficas ayudan a trabajar la capacidad de autocontrol al traspasar ese límite únicamente en la gran pantalla y fortalecer otros aspectos en la vida real.
El pánico, a su vez, alimenta la curiosidad. El interés más auténtico es conseguido gracias a la vivencia de experiencias nuevas que buscan estimulación.
Comprender problemas externos
Situaciones que también ayudan a desarrollar la empatía. Ponerse ‘en la piel del otro’ contribuye a asimilar diferentes problemas y valorar aspectos positivos en nuestra vida que se dejan pasar de largo y no tenemos en cuenta a no ser que se atraviese un momento delicado.
Otra de las razones acertadas de pasar miedo en el cine es que el órgano cerebral actúa como un simulador virtual en el que anticipamos muchos de los episodios que vienen a continuación de un susto, se extraen diferentes estrategias e intentamos trasladarlas a la rutina diaria.
Favorece las relaciones sociales
El cine en general también actúa como un agente positivo al crear más relaciones sociales en las que visitamos una sala en compañía de una segunda persona o fijamos días concretos para disfrutar de una buena película en un entorno familiar o de amistades.
El miedo también cambia de lugar en el que descubrimos otra faceta del 'malo de la película' que desconocíamos. El comportamiento malvado y perverso de muchos de ellos esconde una historia atormentada que explicaría algunos de estos hechos.
Bienestar
El último de los motivos favorables de padecer temor estaría relacionado con la desconexión que experimenta el cuerpo y la mente. En la sociedad actual, sumida en prisas, tiempos a contrarreloj y actividades aceleradas se otorga un valor añadido poder disfrutar de una acción pausadamente. Esto se logra cuando una persona observa una película de miedo, al entrar en juego todo tipo de emociones que buscan una desconexión y liberación final extremadamente placentera. Las hormonas implicadas en este proceso son similares a las aportadas por la felicidad y garantizan una experiencia enérgica en la que la persona consigue mejorar su estado de ánimo después de haber visualizado un cortometraje.
Habla la Directora y Psicóloga del centro IPSY, Vanesa de la Torre
El ser humano siente ansiedad y miedo hacia el futuro, por eso, en lo referido a esta materia, está siempre alerta. Aun así, el cine que tiene una temática relacionada con el miedo, le genera adrenalina a corto plazo, ya que “no va a sentir un peligro inmediato”, tal y como indica Vanesa de la Torre, Directora y Psicóloga del centro IPSY. Lo que sucede en la vida real está separado de lo que se ve en la pantalla de una sala. “En la vida real, la persona se ve amenazada y predispone a huir. Ataca”. Señala la psicóloga.
Ese miedo que siente el ser humano al ver una película es innato, lo único que tendrá que hacer será “canalizarlo de forma adecuada, ya que no existe ningún peligro”, indica Vanesa de la Torre. No tenemos que reprimirlo, ya que tenemos que dejar que las emociones fluyan.
Terror actual o antiguo: ¿cuál aterroriza más?
La evolución de las películas de miedo ha podido ir observándose con el paso del tiempo en el que se han incorporado nuevas técnicas audiovisuales, mejores efectos e historias inesperadas que siguen dejando boquiabiertos al cinéfilo.
La cartelera actual presenta tramas como la vivida en ‘Nosotros’ (‘Us’), thriller psicológico estadounidense que refleja el peor de los miedos: el terror a uno mismo. La película muestra la lucha constante entre diferentes partes del yo personal que acabarán por atentar contra la vida del personaje. La historia de la réplica de una familia que terminará por aniquilar a cada uno de sus personajes ya acumula más de 163.000.000$ en EE.UU y en el territorio extranjero se ha hecho con el 30.7% de la oferta desde que se estrenase el pasado 22 de marzo.
La tipología de películas terroríficas ha ido diversificándose en temáticas violentas o sanguinolentas como las torturas practicadas en la saga ‘Saw’ en la que, a diferencia del cine anterior, se martirizan a personas que han practicado algún tipo de conducta perjudicial o dañina a otros durante su vida. Un castigo con el que los directores de cine exprimen la angustia, el estrés, y la tensión a niveles insospechados.
Un miedo distinto es el que ofrecía el cine de Alfred Hitchcock en películas como ‘Psicosis’ (1960), en la famosa escena inquietante de lo que se escondía tras la cortina de la bañera o la icónica imagen de la niña de ‘El Exorcista’ (1973) bajando las escaleras con el cuerpo totalmente invertido junto con situaciones en las que no había escapatoria alguna como en ‘Pesadilla en Elm Street’ (1984). Horror en estado puro que ha ido variando la forma de presentación del pánico pero no la aceleración de los latidos del corazón en el aficionado a la temática terrorífico.
Debido a la corriente emergente de nuevas propuestas cinematográficas, expertos han clasificado diferentes subgéneros derivados del cine de terror. Entre ellos se distinguen el Slasher, en la que un sujeto persigue a un grupo de individuos hasta aniquilarlos de manera violenta empleando generalmente un arma blanca como un cuchillo. En esta tipología se observan métodos exagerados en la que asesinos como ‘Scream’ (1996) terminan con la vida de los integrantes de su entorno para defender una causa anterior.
Otra clasificación la escenifica el género Gore, en el que el principal objetivo es mostrar la “fragilidad del cuerpo humano”. La violencia teatral de su creación con mucha sangre lleva incluso a que esta índole resulte incluso un episodio cómico. En cualquier caso, el gore actual es más explícito y extremo, donde no existe espacio para las carcajadas. Se ha reflejado en cortometrajes como ‘Evil Dead’ (1981), ‘Arrástrame al infierno’ (2009), o ‘Hostel’ (2005).
El Thriller, derivado del término emoción en inglés, pretende descifrar un misterio para el que en un principio no hay ninguna explicación válida. Este tipo de cine es exigente, ya que requiere de un ejercicio continuo por parte del espectador para resolver la intriga vivida en films como ‘Seven’ (1995), o ‘El coleccionista de huesos’ (1999).
No hay que confundirlo con el suspense, que también implica concentrarse en la historia pero en el que se ofrecen más pistas sobre los personajes involucrados que el anterior. Taquicardia intermitente como en determinados momentos de películas de Alfred Hitchcock, conocido como “El maestro del suspense”, que definía el miedo escenificando la situación de “dos hombres que charlan sentados frente a una mesa que contiene una bomba debajo.
Ellos no lo saben pero el que visualiza la escena sí, un ejemplo de la sensación de miedo y del estrés anticipado que posee el aficionado como en el caso de la entrega española ‘Los otros’ (2001).
Otro ejemplo de ello es la opción estadounidense ‘El Sexto sentido’ (1999) con Bruce Willis como protagonista principal en el papel del doctor Malcom Crowe, un conocido psicólogo infantil de Philadelphia que vive obsesionado por el doloroso recuerdo de un joven paciente desequilibrado al que fue incapaz de ayudar.
Distinto es el género de horror, en la que un monstruo invade una trama representado por una figura diabólica, animal salvaje, fantasma o creación que siempre está presente durante toda la película y que actúan por diferentes motivos.
El terror está presente en muchos ámbitos diferentes, ya que forma parte de las principales emociones que ha de sentir el ser humano a lo largo de su vida. El pánico, la soledad, la angustia se puede identificar también en áreas artísticas como la pintura del expresionismo alemán de comienzos del siglo XX en la que, por ejemplo, Edvard Munch, lanzó un llanto mundial insonoro que traspasó los latidos del corazón de infinidad de personas internacionalmente desde su creación.