Quiosco Down Experience de A Coruña: donde los bocadillos saben a calamares y a inclusión
La mayoría de sus trabajadores tienen tienen discapacidad intelectual
Ofrecen los famosos bocadillos de calamares que se vendían hace años en este local
El quiosco de la plaza de Ourense de A Coruña ha abierto sus puertas de nuevo con una propuesta muy especial, una apuesta por la integración laboral de personas con discapacidad.
El Ayuntamiento les ha cedido este espacio, un inmueble singular que llevaba tiempo en desuso pero que había acogido durante muchos años un bar que servía unos famosos bocadillos de calamares. Todo un referente gastronómico para varias generaciones de coruñeses. Un manjar añorado por muchos que ahora revive de la mano de un proyecto de la Asociación Down Coruña.
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“Llevamos tiempo trabajando para la inclusión laboral de estos chicos y decidimos convertirnos nosotros en emprendedores para generar nuestro propio empleo”, explica Ricardo Santos, presidente de la entidad. Su apertura no solo supone abrir las puertas de un nuevo local, sino las de un futuro laboral para los usuarios de Down Coruña.
Doce trabajadores con discapacidad intelectual
El espacio se llama Quiosco Down Experience y ofrece algo más que bocadillos y cafés. Comenzó hace apenas un mes con 16 personas en plantilla, 12 de ellas con discapacidad intelectual, pero la gran acogida que ha tenido ha hecho que ya hayan tenido que contratar a una persona más.
Desde Down Coruña intentan que sean lo más autónomos posibles y quieren demostrar que a pesar de sus dificultades son capaces de integrarse en el mercado laboral. "Estuvieron practicando durante meses y queremos que los empresarios de hostelería vean lo que son capaces de hacer y que esto nos sirva de cantera para que puedan acceder a otros trabajos", señala Ricardo Santos. Para todos supone una gran ilusión formar parte de esta proyecto: "El mejor momento que he tenido ha sido comunicarles a los chicos y a sus familias que estaban contratados", añade.
La plantilla se divide en grupos de cuatro para cubrir una larga jornada, desde las ocho de la mañana para ofrecer los primeros cafés, hasta las diez de la noche.
Para la mayor parte de ellos esta es su primera experiencia laboral. Nos encontramos a Bea comenzando su turno, se viste con el uniforme de trabajo y se pone a los mandos de la cocina. “He venido sola andando hasta aquí. Vengo todas las mañanas muy feliz a trabajar. Me encanta esto”, relata risueña. Cuenta que tiene un ayudante de cocina con el que está muy contenta, Raúl. Él ha sido uno de los profesores de estos chicos. Se encargó durante meses de formarlos para que estuvieran preparados para trabajar en un local de hostelería. “Son alumnos buenísimos, prestan más atención, no se distraen, es un gusto trabajar con ellos". Destaca sobre todo el buen ambiente que hay en el local: "Siempre están contentos, cantamos mientras cocinamos, no hay malos rollos".
Tan bien lo están haciendo que Raúl confiesa que ya han tenido ofertas de otros establecimientos para ‘fichar’ a alguno de sus camareros. "En cuanto los ven funcionar se convencen", afirma. Ya están formando a más chicos para que se incorporen al proyecto.
En el mostrador está Sandra, ella atiende a los clientes, les cobra y pasa las comandas a la cocina: “Es muy importante para mí trabajar, así tengo más independencia, para el día que no estén mis padres poder pagar yo mis cosas". Además de trabajar prepara oposiciones y quiere reivindicar el valor de las personas como ella: “No somos bichos raros, podemos aportar en equipo y sacar el trabajo adelante".
El encargado de servir las mesas es Álex, que está encantado con su labor de camarero. “Es todo muy fácil”, resume. Lo que más le gusta es el trato con los clientes: “Todos me quieren mucho, están contentos y dan propinas”, afirma orgulloso. Y damos fe. Las mesas están llenas y todos destacan el trabajo del personal. “Una atención de diez”, afirma una coruñesa que no ha querido perderse los bocadillos de calamares. “Venía hace años a tomarlos y tenía ganas de probar estos. Están buenísimos y además la iniciativa me parece fantástica”. Los de la mesa de al lado ya son habituales. “Hemos venido otras veces y repetimos, porque están muy ricos”. Muchos de los clientes destacan la importancia de darles oportunidades a personas con discapacidad: “Otros empresarios deberían tomar nota, porque lo hacen estupendamente”.
Nos cuentan que el secreto del éxito de los bocadillos es usar materias primas de calidad y que están recién hechos. Pero está claro que sus empleados les añaden varios ingredientes extra: ilusión, compromiso y mucho cariño. Una receta infalible que hace que ante el local, cada día, se forme cola.