Hasta que todos, en todo el mundo, estemos vacunados o inmunizados, no se volverá a la normalidad. O no se debería, en opinión de los expertos. La quinta ola ha puesto de manifiesto que vacunar a muchos no evita que se disparen los contagios, y de manera explosiva. Y eso a pesar de la vacunación. Porque hay personas sin inmunizar susceptibles de contagiarse, y además el virus circula por muchos países del mundo, mutando en variantes más resistentes.
"A la vida normal no volveremos hasta finales de 2022 o 2023, cuando toda la población mundial esté vacunada e inmunizada. Mientras tanto debemos asumir la nueva normalidad, con restricciones, cuarentenas...", pronostica Juan Gestal, profesor emérito de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad de Santiago de Compostela.
"Habrá que alcanzar, haciendo los cálculos correctos y teniendo en cuenta que los asintomáticos contagian, un 86% de vacunados en toda la población mundial. Y es difícil que eso ocurra antes de un año y medio, porque depende de las vacunas que lleguen, que se fabriquen, que se donen a los países menos favorecidos... No podremos hacer vida normal hasta que la enfermedad no esté controlada en todo el planeta. Por eso insistimos en vacunar a los países sin recursos", vaticina Gestal.
Una idea en la que coincide Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología: "Por eso cuando se habla de la tercera dosis los científicos decimos que antes que ponernos un refuerzo hay que inmunizar al resto del mundo, porque mientras no lo estén aparecerán variantes que pueden incrementar la incidencia otra vez".
López Hoyos pone como ejemplo la quinta ola en España, que ha sido una "tormenta perfecta: se han quitado las restricciones, ha llegado la variante delta y teníamos a un colectivo social entero sin vacunar... una franja de edad que es de las que más socializa". Estaban expuestos, se les devolvió la libertad, y se han contagiado. El riesgo de que esto vuelva a ocurrir existe, por eso para López Hoyos habrá que convivir con las restricciones durante un tiempo.
Gestal considera que hay que mirar a países como Australia, Nueva Zelanda o Japón, que tomaron en su momento medidas muy drásticas y aún no han vuelto a la normalidad prepandemia ya que tienen limitado el turismo, exigen cuarentenas a los viajeros que llegan a sus países... "Han controlado la enfermedad y siguen controlándola", afirma el epidemiólogo. "Este tipo de medidas hay que tomarlas mientras el virus siga circulando y quede gente sin capacidad de defenderse de él", opina.
López Hoyos advierte de que lo que nunca hay que hacer es dejar que la población se contagie para inmunizarse. Porque es lo que ha ocurrido ahora con los jóvenes, con los últimos macrobrotes, y se está viendo cómo eso ha hecho subir la incidencia de todas las franjas etarias, aunque las edades vacunadas ascienden más despacio que los no inmunizados. "Cuanto más circula el virus más probabilidades hay de que todos, vacunados o no, nos infectemos. Porque estas vacunas no evitan la infección ni que transmitas el virus", af¡rma.
"El virus va a estar aquí mucho tiempo. Esta infección no se va a acabar este año ni el año que viene en el mundo", advierte el inmunólogo. Así que hasta entonces, reconoce López Hoyos, "mucha PCR, cuarentenas, mucho rastreo, mucho control y confinamiento cuando haya brotes... y vacunar". Es decir, que hay que combinar medidas restrictivas con la inmunización de la población. Lo explica el experto del hospital de Valdecilla con un ejemplo muy gráfico: "Esto es un transatlántico que va a chocar con un iceberg. Para evitar el choque hay que hacer dos cosas: frenar la velocidad del barco con medidas de protección, confinamiento, limitar vida social... y derretir poco a poco el iceberg con la vacunación. Ése es el balance".
La quinta ola es la prueba fehaciente de que un alto nivel de vacunación no basta para evitar nuevos golpes del virus. El peligro que representan las nuevas variantes, el gran talón de Aquiles del final de la pandemia, continúa muy vigente. Para Daniel López Acuña, epidemiólogo y ex directivo de la Organización Mundial de la Salud, la posibilidad de nuevas olas tras esta quinta tendrá que ver con varios factores relacionados:
Salvador Macip, médico e investigador de la Universidad de Leicester y la UOC, recuerda que será importante "vacunar rápidamente a la población mundial" para reducir la circulación del virus y que, como consecuencia, el riesgo de nuevas variantes disminuya. Pero el experto apela a otros factores, incluyendo la suerte. "Nada garantiza que una nueva variante tenga que ser más agresiva que las anteriores. Finalmente, es una cuestión de selección natural: a pesar de que, sobre el papel, una variante parezca peor que las anteriores no quiere decir que se vaya a convertir en dominante", concluye. Habrá que cruzar los dedos para que los contagios no provoquen mutaciones más fuertes.