Desde primera hora de la mañana pequeñas hogueras poblaban muchos barrios de Jerusalén y de otras ciudades de Israel, en las que la población más tradicionalista quemaba los últimos restos de un producto, el pan, que no podrá comer, ni ver, durante siete días.
"Y guardaréis la fiesta de los panes ázimos.. Por siete días no se hallará levadura en vuestras casas; porque cualquiera que comiere leudado (con levadura), sea extranjero o natural del país, será borrado de la congregación de Israel", ordena el segundo libro de la Torá, el Éxodo, que da a la fiesta el nombre de "Pesaj".
Un mandato religioso que durante siglos ha vuelto locas a las amas de casa judías, obligadas a limpiar hasta la miga más pequeña de pan, bizcocho o cualquier otro alimento que contenga levadura.
En esencia, la tradición judía entiende como "leudante" la mezcla de agua, durante más de dieciocho minutos, con alguno de los cinco cereales básicos: trigo, centeno, cebada, avena, y escanda.
La supresión en los hogares de todo vestigio de productos que respondan a este criterio comenzó, hace semanas, con una limpieza a fondo de los hogares, a la que siguió hace unos días la venta simbólica a una persona de otra religión de productos prohibidos, que sin embargo quedan ocultos en el hogar.
La faena anual contra el pan se completa el día anterior a la fiesta, con el ritual de "Kal Jamirá" ("Todo leudante"), una oración en arameo -lengua franca hace dos mil años- por la que los judíos piden a Dios ser eximidos de responsabilidad si accidentalmente vieran o encontraran algún alimento proscrito en estos siete días.
El ritual consiste en esconder pequeños trozos de pan en una esquina de cada habitación, y que los niños los encuentren a la luz de una vela, con la promesa de un premio para quien más consiga.
"Es una forma de transmitirles a los menores la importancia de la fiesta, en qué consiste y por qué lo hacemos", explica a Efe José Bendahán, un judío observante.
En el Pesaj se celebra el Éxodo de los israelitas del Egipto faraónico hace más de treinta siglos, el episodio que da origen también a la citada prohibición, pues escaparon de la esclavitud a toda prisa sin poder esperar a que subiera la masa del pan.
Es por ello conocida también como la "fiesta de los panes ázimos", que son una especie de galletas saladas cuadradas metidas al horno casi inmediatamente después de mezclar el agua con la harina.
Estas galletas sustituirán al pan durante la fiesta en un setenta por ciento de hogares en Israel, según estudios.
La entrada en vigor del nuevo régimen alimentario se sella con la quema del pan.
"Los sefardíes (judíos originarios de la España Medieval) envolvemos los trozos de pan en papel y por eso los llamamos 'bocados' o 'bocaditos'", explica Bendahán mientras los tira uno a uno a la hoguera, tras repetir varias veces el texto de la exención aramea.
A tal punto llega la obsesión con el pan que son muchas las familias que sustituyen sus manteles, vajillas, cuberterías y baterías de cocina por juegos especiales reservados únicamente para la Pascua.
Los que no pueden permitírselo por motivos económicos o de espacio hierven todo o introducen los platos y cazuelas en el agua de lluvia de un baño ritual, el "mikve".
La alternativa al agua de lluvia es el mar, al que también se pueden lanzar los "bocados" en sustitución de la hoguera.