Los protagonistas de estas historias nunca hubieran querido serlo. No buscaban convertirse en la cabeza visible de una situación que viven muchos menores que no ven otra opción que echarse al mar en busca de un futuro. Ellos han llegado a salvo a España y pueden contarlo, y Paula Martínez quiere darles voz y que se conozca qué hay detrás de todas las noticias y cifras que se oyen en los medios de comunicación. “Que se conozca a las personas que están detrás de eso, pasan como números y no profundizamos más, pero son como nosotros”, explica Paula.
Ella es abogada y prepara su tesis sobre menores extranjeros no acompañados. Leyendo noticias sobre migración se topó el pasado mes de febrero con un hotel de Gran Canaria que había acogido a migrantes. “El hotel está muy cerca del muelle y esos días, en noviembre de 2020 estaban allí retenidas casi 2.000 personas. Calvin y su mujer Unn tenían el hotel vacío y los trabajadores en ERTE, así que llegaron a un acuerdo con Cruz Roja para acoger a parte de los migrantes”, relata. Pero lo que en su momento fue una decisión financiera acabó revolucionando sus vidas. Paula habló con ellos interesándose por su situación y la invitaron a ir. “En febrero me fui con mi hermana y la experiencia fue impresionante. Eran todos muy jóvenes y muchos menores. Las historias que nos contaron son tremendas”.
Las historias que más les impactaron fueron las de los chicos que provenían de Mali. Modido, de 12 años, Nama, de 13 y Koniba, de 14. Todos con experiencias similares. Venían huyendo de la guerra, en la que sus padres combatían o habían muerto. En el mes que llevaban en el hotel todavía no habían podido comunicarse con ningún familiar. “Mi hermana, que es psicóloga, decía que se notaba que claramente necesitarían hacer algún tipo de terapia. Era la primera vez que hablaban del viaje y venían con un trauma grande de la guerra”. Su periplo había comenzado meses antes de coger la patera. Antes habían tenido que cruzar el desierto andando. “¡Imagínate pasar por todo eso con solo 12 años!”, se lamenta Paula. Los tres se llaman hermanos, aunque en realidad no son hermanos de sangre, sino vecinos del mismo pueblo. Entre ellos se ayudaron para reunir el dinero necesario para pagar el viaje en patera.
Otro de los chicos que pone cara a la situación de los menas es Ousmane. Tiene 15 años y llegó desde Senegal. “En su país se dedicaba a la pesca, pero no había suficiente trabajo, así que vino con varios amigos en patera”, relata Paula. Ousmane es además todo un atleta, su sueño es ser deportista profesional y cada mañana se recorre la isla corriendo. “La dueña del hotel puso a su entrenador personal a su disposición, en junio participará en su primera competición, en Canarias, y sueña con regularizar su situación”.
Las historias se repiten. Todos huyen de la violencia y la pobreza y coinciden en la dureza del viaje. “Muchos te cuentan que perdieron a amigos durante la travesía y tuvieron que echar al mar sus cuerpos. Tienen tan poca comida y bebida que acaban bebiendo agua del mar”, explica Paula.
En el documental Paula quiere contar la historia de los que llegan pero también de quienes los reciben: “Los dueños del hotel se implicaron tanto con ellos que han creado una fundación, ‘Mamá África’, para continuar ayudando”. Porque en su travesía se enfrentan al mar pero a su llegada muchas veces se topan con una marea de indiferencia. Calvin y Unn intentan ayudarles en lo que pueden y hacen videollamadas con sus familias. “Entre inglés, francés, o por gestos, se comunican como pueden, pero al menos pueden ver a sus hijos”, relata Paula emocionada. Con los únicos que no han podido todavía contactar es con los familiares de Modido, Naba y Koniba, en Mali, pero lo siguen intentando.
En el hotel también les enseñan algo de español e intentan hacer con ellos actividades como coser o pintar, algo que Paula considera muy beneficioso: “En las clases de pintura representan cosas de su pueblo o del viaje, así se expresan, creo que para ellos es una manera de hacer terapia de esa mochila que arrastran”.
Volvió de allí con las historias grabadas con su móvil, un material que pensaba usar para su tesis, pero pensó que había que hacer algo más. “Hablé con unos amigos que se dedican al audiovisual. Les conté lo que había vivido y me dijeron: tenemos que contarlo de otra forma”. Todos pensaban que las noticias de inmigración acaban pasando desapercibidas y siempre tienen una connotación negativa. Ellos querían contarlo a través de las personas que protagonizan esas noticias. Así surgió la idea de hacer este documental. “Ahora estamos recaudando dinero mediante crowdfunding, la idea es volver a Canarias en junio para hacer el rodaje”, explica Paula.
Es un equipo formado por cuatro personas: a Paula la acompañarán Sam como director de fotografía, Lucía se encarga de la producción y el guion y Eloy es el técnico de sonido. Tienen el apoyo de la Universidad de Vigo y su idea es elaborar material didáctico para llevar el documental a los colegios. “Son niños que están siendo tratados como adultos, al generalizar y llamarlos menas nos olvidamos. Pero tienen las mismas necesidades de un niño en España. A mi en el colegio no me hablaron de la emigración”.
Paula pone como ejemplo lo que le ocurrió a la hija de los dueños del hotel: “Calvin y Unn tienen una hija de 16 años que se implicó totalmente, está allí todos los días con los chicos. A ella le cambió su forma de pensar y creo que es un ejemplo para que la gente joven se vea identificada, que esto sirva para contrarrestar las imágenes tan negativas que nos llegan”.