Judith, la tercera mujer asesinada en lo que llevamos de año por su expareja, no presentó denuncia a pesar de sentirse acosada.
Su entrono cuenta que Carlos, como así se llamaba el presunto autor de los hechos, la perseguía para que volviera con él pero ella prefería explicarle que era imposible estar juntos. El hecho de que fuera mosso d'esquadra le hizo pensar no serviría para nada la denuncia.
Carlos no tenía antecedentes, su entorno policial no lo denunció o no percibió que algo iba mal y el entorno de Judith tampoco denunció por ella. Pudo influir en Judith creer que la denuncia perjudicaría a la familia porque el hermano del asesino está casado con su prima.
Una denuncia podría haberla ayudado porque, si el presunto maltratador es miembro de las Fuerzas de Seguridad del Estado, el protocolo de violencia de género obliga a comunicárselo al superior del agente, que retira el arma cautelarmente.
La protección judicial del alejamiento implica también la retirada del arma y la condena, la pérdida de la licencia y da igual que el portador del arma sea cazador, policía o vigilante de seguridad.