Manuel lo grita desde el dolor de tener a su madre ingresada, muriendo, sola: "Toda su familia estamos vacunados, algunos con tres dosis, hemos pasado todos la covid estas navidades... ¿de verdad no podemos acompañarla, como ella ha pedido hasta que se ha quedado ya inconsciente, en los últimos momentos de su vida?" Manuel Iglesias, un joven gallego, tiene el triple sufrimiento de perder a su madre, de no haberse podido despedir de ella y de que Rosario haya creído que moría sola. Esta pandemia ha dejado decenas de miles como el suyo, durante casi dos años. Y, según Manuel, ya está bien, ya es hora: "¿No ha llegado ya el momento de cambiar los protocolos?"
En la mayoría de hospitales españoles los familiares de pacientes que no tienen covid pueden entrar a verles, incluso en algunos casos se permite tener acompañante todo el día. Pero en muchos los contagiados de coronavirus siguen aislados, hasta el momento fatal. De hecho, el día que Manuel habla con NIUS su madre sí está acompañada. Cuando el desenlace ha sido inminente el hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo ha permitido a sus hijos y a su marido entrar por turnos a despedirse, y a uno de ellos quedarse a su lado. Para Manuel el gesto llega demasiado tarde, "cuando ella ya no se ha enterado de que uno de sus seres queridos está con ella, ya está dormida".
Rosario, la madre de Manuel, les pidió varias veces que fueran a verla, pero el protocolo del hospital lo ha impedido. "Solamente nos decían todo el rato: "No os preocupéis que ella no va a morir sola". Pero nosotros lo que queríamos no es que muera acompañada, sino que se sintiera reconfortada por uno de nosotros cuando tanto lo necesitaba, antes de quedarse dormida, de no responder a estímulos apenas", protesta Manuel.
La mujer ingresó el 20 de enero con infección de orina. Tiene 68 años, se había roto dos vértebras y padecía desde hacía meses un cáncer de riñón muy avanzado. Al ingresar dio positivo en covid y fue ubicada en la planta de aislamiento. Es en esa zona donde el protocolo impide el acceso, para evitar contagios. Manuel y su familia lo entienden, pero cuando empezaron a notar el deterioro tan rápido de Rosario, solicitaron poder visitarla. Se temían lo que ocurrió después, que ella quedara inconsciente sin que nadie hablara con ella por última vez.
"Mi madre se ha estado muriendo sola en una habitación, con el 90% de la población vacunada, nosotros todos con pauta completa, algunos con 3 dosis acreditadas con pasaporte covid, y habiendo pasado todos la enfermedad en navidades. De verdad, ¿qué sentido tiene este protocolo? Ya no por nosotros, pero por los que vengan detrás, queremos cambiar estas normas inhumanas", se lamenta a NIUS Manuel.
Porque así lo define, "el protocolo de la falta de humanidad. Todo el mundo habla de la vuelta a la normalidad, pero la primera normalidad debería ser esta, morirte con tu familia, estar acompañado en tu muerte". Es verdad que Rosario lo estará, aunque sin saberlo, por eso siempre les quedará a sus hijos y a su marido el dolor de que ella no les haya visto una última vez. "Ella habrá pensado que se moría sola, porque era consciente de que se estaba poniendo mucho peor", se duele Manuel.
Los propios sanitarios sufren con los protocolos de aislamiento. Decía hace unos meses a NIUS el jefe de la UCI del hospital Gregorio Marañón de Madrid, José Eugenio Guerrero Sanz, que la covid es la enfermedad más deshumanizante con la que él ha tenido que lidiar: "Se ha cargado todo el contacto, no hay enfermedad más inhumana que ésta. Dejas a tu madre en urgencias el 4 de octubre y el 20 se ha muerto sin que la veas ni le lances un beso", se lamentaba el profesional, dolido por aislar a sus pacientes. Manuel Iglesias es uno de los protagonistas involuntarios de esta deshumanización de la pandemia, y reivindica: "Hemos intentado todo, incluso solicitar que se la declarara dependiente, pero son trámites que tardan meses y nosotros no hemos tenido meses sino días. ¿De verdad, de verdad, estando vacunados nosotros y casi toda la población, de verdad no podemos acompañar a mi madre, como ella ha pedido hasta que se ha quedado ya inconsciente, en los últimos momentos de su vida?"
Manuel está indignado, porque saben que pasó el cura del hospital a ver a su madre, y a ellos no les dejaron hasta que no estaba ya inconsciente. "¿Qué pasa, que sedada no contagia?", ironiza. En su familia incluso llegaron a contactar con su médico de cabecera para que la declarara gran dependiente, "porque nos enteramos de que así podría estar acompañada. Tal era nuestra desesperación", se lamenta. Pero los trámites son largos y exigen comprobación del estado del paciente, que antes de ingresar era bueno.
Ahora Manuel se enfada y critica que "nos han dicho que han hecho una excepción con nosotros al dejarnos entrar, ¡encima! Como si nos estuvieran haciendo un favor". El chico entiende que los protocolos del hospital son esos, pero va más allá de ellos y plantea si realmente siguen siendo pertinaces esos aislamientos tan estrictos en un momento con una tasa de vacunación muy alta. Él quiere abrir este debate aunque para Rosario llegue tarde: "A mí ya solo me queda la sensación de que mi madre se ha sentido sola, se ha visto morir sola".