El pequeño Franco nació con 2,6 kilos de peso y una aparente buena salud. Sin embargo, a los seis meses de edad, comenzó a mostrar los primeros síntomas de que algo no iba bien. Su piel empezó a resecarse y sus articulaciones se mantenían demasiado rígidas.
Tras meses y meses de pruebas y estudios, los médicos le diagnosticaron progeria, una enfermedad genética poco común que se caracteriza por el envejecimiento prematuro de quienes la sufren.
Menor crecimiento, pérdida de grasa corporal y del cabello, piel envejecida… son algunos de los síntomas que personas como Franco desarrollan en el primer año de vida, tal y como publica el diario Clarín.
“Me quedé sorprendida porque estaba convencida de que no iba a tener la enfermedad”, asegura Yésica, la madre del pequeño Franco, que desde el primer momento se armó de fuerza y valor para “hacer todo lo posible para que Franco estuviera bien”.
La familia describe al menor como un “niño normal de tres años que habla, reniega y busca el peligro donde sabe que está”.
En la actualidad, hay más de un centenar de personas diagnosticadas con progeria en todo el mundo.