Hay una costumbre muy extendida en Alemania. Se llaman bosques de la paz, parcelas arbóreas donde se entierra a los seres queridos. Y partiendo de esa idea, aquí en España, tan sacudida por los incendios forestales, se ha puesto en marcha una iniciativa que busca concienciarnos en nuestro entorno mediambiental.
Se trata de plantar árboles y ponerles nombre, el nuestro, el de un familiar o un amigo, para así cuidarlos más. Una idea sencilla de los cineastas Marisa Lafuente y Néstor del Castillo, que tomó forma con el proyecto 'Ahora soy árbol'. Y lo que comenzó como un documental que no acabó de obtener la financiación necesaria para salir adelante, desembocó en un cortometraje nominado a los Goya, 'El tesoro', y en el primer bosque de los árboles con nombre. Se ha plantado ya en Tarazona, en Zaragoza. Un nuevo pulmón verde con especies autóctonas. Quiere ser el primero de muchos, un pequeño grano de arena con el que ayudar a nuestro planeta.
Elegir un árbol no es una decisión aparentemente tan simple. Sobre todo si se piensa en que va a ser nuestro legado natural, lo que quedará de nosotros una vez que fallezcamos. Dotar de personalidad especial a esas nuevas masas forestales para ayudar en su cuidado y concienciarnos en respetarlas. Una utopía muy palpable que nos permite soñar en un mundo mejor.