Han sido muchas horas delante de las pantallas y ahí es donde está el mayor riesgo porque a través de Internet se cuela el porno gratuito. Un porno normalmente misógino, agresivo y violento. Durante el confinamiento por coronavirus ha descendido la edad en la que los menores empiezan a acceder a estos contenidos de forma fortuita o bien, influídos por terceros.
Niños y niñas de 8 y 9 años acceden a estos contenidos pornográficos y el impacto en sus cerebros puede ser dañino. Existen herramientas de control parental que bloquean el contenido de ciertas páginas, filtra los contenidos, bloquea la pantalla del dispositivo del menor, limita el tiempo de uso... Con el objetivo de informar a padres y tutores sobre el uso y funcionalidad de las diferentes aplicaciones, diferentes organismos ofrecen información en sus páginas web, como la Asociación Española de Portección de Datos, el Instituto de Ciberseguridad o la Organización de Consumidores y Usuarios.
Además del uso de estas aplicaciones, los sexólogos coinciden en que lo mejor es fomentar un clima de confianza en casa, hablar, preguntar, tratar de entender y cuanto antes se haga, mejor. Esperar a que sean adolescentes para hablar de sexo en casa, es un error porque seguramente ya habrán tenido acceso antes a esos contenidos. Solo así se podrá ofrecer una educación sexual sana y segura.