El presunto asesino de María José Pallarés mantiene su inocencia: "Me dieron una semana para autoinculparme"

  • El acusado, de 72 años, asegura que tres hombres de Europa del Este mataron a su mujer

  • "Tuve que bajar el cadáver por un terraplén, arrastrándola de un brazo, mientras ellos se reían"

  • "Por favor, que me deje mi marido en paz, que no me manipule", escribió en una carta la víctima

Gaspar Olmo tiene 72 años. Es delgado, de piel morena y pelo blanco. Presenta problemas de oido. Su voz es entrecortada y habla tranquilo, de forma pausada. Desde octubre de 2018 cumple prisión provisional en el penal de Estremera. La Guardia Civil le detuvo por matar a su mujer tras confesar que la había golpeado con un martillo en la cabeza en su casa de la localidad madrileña de Arganda del Rey y después había arrojado su cadáver a un pantano de Córdoba.

Este martes se ha sentado en el banquillo de los acusados, en una sala en la planta baja de la Audiencia Provincial de Madrid, donde ya se han adoptado algunas medidas frente al coronavirus. Todos los interlocutores están separados por mamparas, las distancias de seguridad marcadas con carteles y pegatinas. El aforo se ha reducido.

Vestido con un polo rosa y con una mascarilla el hombre ha mantenido su inocencia: "Llegué a casa y me encontré a María José tirada en el suelo, en el pasillo de la cocina. Me agaché y ví que estaba muerta. Un hombre me puso la mano en el hombro y me dijo que tranquilo. Me dieron una semana para autoinculparme y dos meses para pensar en lo que fuera", ha dicho.

Este relato coincide con el que dió ante el juez de instrucción dos días después de ser arrestado y antes de entrar en la cárcel. Una segunda versión que no se ajusta a la hipótesis de los investigadores que no encontraron el rastro de terceras personas en el domicilio y le señalan como autor del crimen.

El jurado lo tiene difícil. Debe dilucidar si Gaspar mató a su mujer o no fue él quien lo hizo. De haber sido él, si se trató de un homicidio o un asesinato. Dependiendo de la sentencia, este septuagenario podría quedar absuelto o pasar entre 14 y 25 años privado de libertad por violencia de género.

La depresión de María José

"Si hablo de mi esposa me emociono", dice Gaspar entre lágrimas cuando le preguntan por María José Pallarés, que falleció a los 67 años. Contrajeron matrimonio el 3 de abril de 1971, eran padres de cuatro hijos y tienen siete nietos. La mujer tenía tres hermanos.

"Era maravillosa cuando no bebía pero cuando el alcohol se apoderaba de ella se ponía agresiva. Daba golpes, llegó a pegarme más de una vez, a darme patadas y mordiscos", explicaba hoy su marido, tratando de dibujar la situación en la que vivía la familia.

El matrimonio llevaba tres años residiendo en un chalet de Arganda del Rey. Ella era ama de casa y él comenzó a trabajar en una cadena de montaje de motores alemana con solo 20 años. Llegó a ser jefe de equipo, ha subrayado orgulloso.

En 1999 el hombre sufrió un accidente de tráfico con una moto de campo, le pusieron un implante de titanio en cuello, no oye por el oído derecho y perdió la movilidad en el brazo izquierdo. Cuando se recuperó montó una empresa de videojuegos y máquinas recreativas con un socio y se mantenían con ese sueldo.

"Yo cuidaba de María José pero todo lo consultaba con ella y ella era quien tomaba las decisiones importantes. Cuando no estaba bebida era exquisita. Luego se culpaba de todos los problemas. Me preguntaba si gastaba mucho y yo le decía que no, que era yo el que ganaba poco", ha reseñado varias veces.

Antes residían en la localidad toledana de Calalberche, donde en 2006 y 2008 tuvo que acudir el helicóptero del SERCAM porque la encontraron casi muerta. "No podía quedarse sola. Había que atenderla. Cuando iba dos o tres veces a un psiquiatra luego no quería volver. A mí me preocupaba q los servicios sociales no se presentaran en casa cuando faltaba a una cita ni llevaran un seguimiento exhaustivo viendo lo que pasaba, ni cuando cambiamos de provincia", ha cuestionado el acusado.

En 2016 la mujer contactó con un grupo de ciudadanos rumanos para que le hicieran una reforma antes de mudarse a la casa, en una zona apartada de la localidad. Dos años después otras personas hicieron algunos apaños más en la piscina. Estaban pensando en arreglar una ventana del dormitorio cuando ocurrieron los hechos. Siempre pagaban en negro, por lo que Gaspar apunta que los autores del crimen podrían tener relación con alguna de esas personas.

"María José bebía a diario. Era como hablar con un tonel de vino. Si no había alcohol en casa me decía que fuera a comprarlo. Cuando me plantaba y le decía que no iba, ella se iba andando al chino o cogía el coche para ir al supermercado. Pero se estrellaba contra el primer bordillo, a la vuelta de la esquina y tenía que ir a buscarla", narraba en la sala su marido.

Esa es la razón por la que asegura que habían decidido vender el coche de la mujer. "Ella llevaba en un sobre los dos mil o tres mil euros, en una mochila".

"¿Dónde están el dinero de los sobres ?"

Según ha manifestado Gaspar, el 11 de octubre de 2018 había quedado con su socio. Regresó a casa sobre las seis de la tarde y se encontró a María José en el suelo del pasillo, junto a la cocina. "Fui hacia ella y me agaché. Pensé Dios mío, ¿otra vez?. No respiraba. Estaba muerta", ha dicho.

"Entonces noté una mano en el hombro. Un hombre me dijo que tranquilo. Era ruso o rumano y le llamaban Blabdini o algo así. Me preguntó: ¿Dónde está el dinero q tiene tu esposa en los sobres?", en tono intimidatorio. Había tres personas en casa.

Asegura que no les conocía, nunca les había visto. Iban a cara descubierta: "Mi mujer les debió abrir la puerta. Habían encontrado el sobre con dos mil euros que ella llevaba en la mochila y tenían sus llaves de casa. Me pidieron que abriera los cajones para ver qué más podían llevarse, no tocaron nada ni habían estado revolviendo. Luego me dijeron que tenía que atarla de pies y manos y ponerla una bolsa en la cabeza. La metieron en el maletero de un coche. Fuimos por la A-4, sin parar en ningún momento y les llevé hasta el pantano. Tuve que bajar el cuerpo, arrastrándolo de un brazo, mientras ellos se reían. Yo les decía que por favor me pegaran un tiro", ha narrado entre sollozos.

Gaspar ha relatado cómo le amenazaron. Sabían dónde vivían sus hijos: "Me dieron una semana para autoinculparme y dos meses para inventarme lo que fuera. Llegamos a ese acuerdo y luego me llevaron hasta mi casa".

La investigación

El 12 de octubre de 2018 acudió al puesto del instituto armado para denunciar la desaparición de su mujer. Explicó a los agentes que sufría depresión, padecía problemas psiquiátricos y que había intentado suicidarse varias veces. La última cuatro meses antes. En junio había estado ingresada en el Hospital del Sureste "por varios cortes en los antebrazos de carácter autolítico", según se recoge en el informe médico. Pusieron en marcha un dispositivo para localizarla.

Interrogaron a los vecinos y a sus familiares. Sus hijos narraron los problemas que la mujer padecía desde hacía más de dos décadas. Contínuas entradas y salidas de hospitales por intentos de suicidio. "Era un cero a la izquierda", dijo su hija mayor. Aportaron algunas cartas, manuscritas por la víctima.

María José escribía cuando bebía: "Por favor, que me deje mi marido en paz, que no me manipule", "o no traigas más cervezas", plasmó en alguna de ellas. Según Gaspar ella acababa rompiéndolas pero él pudo guardar alguna para enseñárselas a sus hijos. Ahora son su principal prueba para demostrar el desequilibrio que tenía su esposa.

Una semana después Gaspar confesó a esos mismos agentes que había matado a su mujer golpeándola con un martillo en la cabeza y que había ocultado el cadáver. Según aquella versión, la víctima había consumido gran cantidad de alcohol, comenzaron una discusión y ella le había amenazado con un cuchillo. Él estaba arreglando la campana extractora de la cocina, tenía un martillo en la mano y actuó en defensa propia.

En esa declaración aseguró que había hablado con su hijo y que éste le había dicho: "Papá, si ha pasado algo con mamá te perdono, pero no puedo vivir sin saber dónde está su cuerpo", entonces se derrumbó.

En las inspecciones oculares realizadas por los agentes del Servicio de Criminalística no encontraron ningún resto de personas ajenas a la familia dentro del domicilio. Un perro especializado en la búsqueda de restos biológicos detectó algo sospechoso en su vehículo.

Este miércoles está previsto que declaren los hijos del matrimonio y los agentes de la Guardia Civil que han investigado lo ocurrido. Le seguirán los médicos forenses, que practicar la autopsia al cadáver de la mujer concluyeron que presentaba cinco fuertes golpes en el cráneo con un objeto contundente y que murió por asfixia mecánica. Estaba inconsciente hasta que le pusieron una bolsa de basura en la cabeza.