En el primer trimestre de 2018, en los últimos datos aportados por el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, se presentaron 39.586 denuncias en los juzgados de violencia de género. De todas ellas, 4.231 decidieron no seguir con el proceso y se renunció a dicha denuncia. Así, observamos como un 10,7% del total de los posibles casos de violencia de género termina, en la mayoría de los casos, antes de que se resuelva judicialmente.
Aunque cada caso pueda ser distinto, existe una serie de patrones que condiciona, y mucho, el proceso judicial. El principal es el miedo que siente la mujer; y no sólo miedo a su presunto maltratador, miedo a la vida que le espera después, a dónde va a vivir, con qué dinero se va a mantener, cómo van a estar sus hijos (en el caso de que haya descendencia común), etc.
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Hablamos de una violencia que se ejerce por alguien conocido, cercano y que ha sido o es querido; que se realiza, por lo general, en el ámbito familiar y 'seguro', que es en el domicilio de la víctima; es un tipo de violencia que controla a la mujer, por lo que ese control podría darse incluso cuando esta ya no se ejerce; y que sobre todo llegar a crear un cambio en la personalidad de la agredida. Pero a pesar de todo esto, en algunos casos las mujeres llegan a retirar la denuncia que habían interpuesto contra su maltratado.
"Los motivos pueden ser múltiples y dependen de la etapa del proceso"
Susana Martínez Novo, abogada y presidenta de la Comisión para la investigación de malos tratos a mujeres, explica que los motivos por los que las víctimas desisten de continuar contra el proceso judicial son "múltiples y dependen de la etapa del proceso en el que se encuentren". "Unos motivos pueden ser más personales, ya que puede haber una dependencia económica por parte del agresor", explica Martínez Novo, haciendo referencia a la posibilidad de que se deje de pagar la pensión económica a los niños, amenazando con dejar a la víctima sin un sitio para dormir; en definitiva, ejerciendo un control y un acoso económico sobre la víctima.
Pero no son los únicos, existen más motivos que hacen cambiar de opinión a las denunciantes. Estos están relacionados con el miedo de la víctima o con la posibilidad de faltas de pruebas. "El tema de las faltas de pruebas puede ser importante porque se han podido denunciar unas amenazas realizadas en la intimidad, y ante la falta de testigos se tiene más miedo de que no salga adelante".
Al final, las mujeres que toman esta decisión, de no continuar con el proceso judicial, lo hacen básicamente por el temor de sufrir represalias. "Temen que las amenazas se conviertan en realidad, pueden tener inseguridad hacia cómo se va a desarrollar su futuro, cómo va a vivir con la custodia de sus hijos, cómo van a estar estos cuando sean los niños los que puedan encontrarse en una situación de peligro estando solos con el presunto agresor, etc".
Aún así, Martínez Novo indica que se ha mejorada mucho en referencia a la falta de seguridad que tienen hoy en día la víctima: "Los casos de los que desgraciadamente son noticias porque saltan a los medios son la punta del iceberg". Eso sí, desde su punto de vista "sigue faltando formación suficiente en los operadores jurídicos como jueces, fiscales, abogados. Habría que insistir en la formación y también insistir en lo que puede ser medidas de seguridad como las telemáticas".
De esta forma, la prevención puede ser fundamental para aportar seguridad a la posible víctima, y así impedir que el miedo lleve a la renuncia de la denuncia. "En caso de duda hay que prevenir, y prevenir puede significar que si existe duda se pongan unas medidas que la propia víctima puede solicitar. Un ejemplo sería un dispositivo electrónico que poder activar si tiene un problema o se acerca un agresor para ponerse en contacto con la policía".
Pero a pesar de asegurar que se ha mejorado en los últimos años, Martínez Novo detalla un punto posible de mejorar: "Hay que mejorar los sistemas de valoración de riesgo. En este tipo de casos en los que hay una denuncia, se retira y luego se vuelve a poner otra posterior por amenazas, algo falla si se valora como riesgo bajo. Es necesario que se den recurso para mejorar las valoraciones forenses en los propios juzgados, se tiene que hacer un estudio mucho más rigurosos a través de un informe con un equipo especializado con forenses, con trabajadores sociales, con psicólogos...".
Por todo ello, la abogada y presidenta de la Comisión para la investigación de malos tratos a mujeres considera fundamental que la víctima se fortaleza y "recupere su personalidad y autoestima. Es importante proporcionarle todas las herramientas que necesita para poder llegar a ello". Ejemplos como terapia, acompañamiento psicológico por parte de un especialista en momentos claves en los que la víctima pueda verse sola o sentir abatimiento pueden ser claves en estos casos. Además, sin olvidar que "está bien que se les ayude a recuperar sus lazos sociales con personas de su entorno". No es una situación fácil, por lo que hay que intentar que esos momentos puedan ser llevado en las mejores condiciones posibles para erradicar el miedo que sienten esas mujeres.