El plan de Ramón y Kevin: dos presos de Fontcalent pillados en plena fuga
Los dos son jóvenes reincidentes que viven en la localidad de San Vicente del Raspeig
Ismael era funcionario en el centro alicantino y falleció por COVID-19 ; fue la primera víctima mortal de este colectivo
El nerviosismo de la población reclusa por miedo a contagios y la falta de drogas aumenta la tensión
70 reclusos de la prisión alicantina de Fontcalent se encontraban en el patio este sábado por la tarde, vigilados por un único funcionario. Entre los internos, Ramón y Kevin, dos amigos de San Vicente del Raspeig que cumplen condena por varios robos y tráfico de drogas. Faltaban unos minutos para las siete cuando intentaron fugarse del penal. Lo tenían planeado.
Se colaron por una esquina del recinto, en la que hay un hierro que sujeta las concertinas y desde ahí subieron a los tejados. Llegaron a un patio interior próximo a la cocina pero saltaron las alarmas y fueron sorprendidos por una funcionaria que les dio un grito, obligándoles a dar media vuelta.
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Los fugitivos corrieron hacia la zona de talleres pero allí se encontraron con el jefe de Servicios, varios funcionarios y agentes de la Guardia Civil, que ya habían recibido el aviso y comprobado que nadie más se había escapado. Minutos después Ramón y Kevin eran detenidos en la llamada ‘zona de pasillo’ o 'rastrillo', un pequeño terreno entre los dos muros que delimitan el perímetro.
Fueron reintegrados nuevamente al centro, donde fueron explorados por el médico que estaba de guardia: presentaban ligeros arañazos, cortes en las piernas y en las manos. Los dos han sido sancionados y se encuentran aislados, en celdas separadas. Habitualmente uno de ellos hubiera sido trasladado a otra cárcel como la de Villena o Albocásser para evitar nuevos altercados, algo que ahora es imposible debido al estado de alarma.
El historial de Ramón y Kevin: delincuentes reincidentes
Ramón y Kevin llevan años entrando y saliendo de esta cárcel, que conocen a la perfección. Los dos ingresaron por última vez en enero, por varias causas pendientes. Cumplen condena en el módulo de delincuentes multireincidentes, uno de los más conflictivos del penal según los funcionarios que trabajan dentro.
Ramón tiene 27 años. En sus redes sociales se hace llamar el 'jitano bacilón' y es padre de una niña de casi dos años, de la que presume en sus comentarios. Desde que es mayor de edad ha sido detenido 13 veces y ha podido cometer más de 60 delitos: tráfico de drogas, tirones, robos en comercios, ocupación de vivienda, sustracción de máquinas expendedoras y motocicletas, son algunos de sus antecedentes. La Guardia Civil le detuvo en febrero de 2018 en la denominada operación Parkela, junto a su madre, dos personas y uno de sus hermanos, con el que ahora comparte celda.
Kevin reside en el mismo municipio, también es padre de dos menores y tiene antecedentes parecidos. Los dos llevan un mes sin ver a sus familias y esa parece ser la causa que motivó sus deseos de evadir los muros. El fin de las visitas es la única medida que ha establecido la dirección de este penal para frenar el coronavirus, en el que la pandemia ya hecho estragos.
Peligroso motín
El pasado 15 de marzo se desencadenó un peligroso motín en el módulo 2 de la prisión alicantina. "El nerviosismo de la población reclusa por la falta de protección ante posibles contagios por covid-19 se transformó en una protesta de unos 200 internos que se encuentran recluidos en este departamento, que está saturado. Comenzaron a taparse las caras, a lanzar gritos amenazantes y a quemar contenedores de basura desobedeciendo todas las órdenes”, cuenta a NIUS uno de los funcionarios que medió en este incidente, lo que en argot carcelario denominan 'plante';prefiere guardar el anonimato.
Durante dos horas lidiaron con los reclusos hasta conseguir que regresaran a sus celdas. “Nos jugamos la integridad física, debemos confiar sobretodo en el compañero que tenemos al lado y valernos de nuestra propia experiencia. En estos casos es fundamental la templanza, conocer la psicología de la persona con la que tratas. No estamos considerados agentes de la autoridad ni tenemos medios para protegernos, de las agresiones ni del coronavirus. Nuestra labor no está reconocida por la sociedad ni por el Ministerio del Interior que nos considera personal de riesgo a pesar de ser trabajadores esenciales y de estar en contacto directo con los internos”, explican estos funcionarios, que subrayan: “Muchos compañeros que no estaban de servicio mostraron su disposición a acudir al centro para ayudarnos y eso es impagable”.
El recuerdo de Ismael
Los funcionarios de Fontcalent trabajan además con el recuerdo de Ismael, zamorano, de 66 años que desarrolló toda su carrera en esta cárcel. Fue el primer trabajador penitenciario que falleció por covid-19, el pasado 29 de marzo, dos semanas después del 'plante'.
Ya se elevan a tres el número de víctimas mortales por coronavirus en este colectivo. Según las últimas cifras, en el penal de Fontcalent ya se ha confirmado que una trabajadora social también ha dado positivo al test y al menos 15 funcionarios permanecen de baja, en cuarentena domiciliaria.
Los reclusos saben que el principal peligro viene de fuera y temen que los funcionarios puedan contagiarles. Por eso tanto solicitan que se hagan pruebas de forma masiva a todos los trabajadores penitenciarios, a los internos en cuarentena y a los de nuevo ingreso. Se trata de instituciones cerradas, con una población reducida.
Las reivindicaciones de trabajadores y reclusos
La situación es muy parecida en todas las cárceles. Los reclusos están muy alterados y empiezan a ser conscientes de los efectos de esta pandemia: algunos familiares han enfermado, nadie puede acudir a visitarles, la droga no les llega y ellos temen contagiarse. Además los procesos judiciales también se han quedado estancados y han quedado suspendidos todos los permisos de salida.
Por eso en el último mes se han multiplicado los motines y altercados. Este domingo hubo uno en la cárcel sevillana de Morón, el viernes en el penal valenciano de Picassent y el jueves otro en el madrileño de Soto del Real.
En Morón II, el domingo un grupo de soldados de la Unidad Militar de Emergencias (UME) acudieron a desinfectar el penal. Entraron en el módulo uno y los funcionarios pidieron a los reos que durante el tiempo que duraba la limpieza permanecieran en sus celdas. "Después de salir a comer se negaban a subir, exigiendo sus horas de patio, pues defendían que el tiempo que tuvieron que estar en sus celdas se les debería de recompensar. Eso generó una situación muy tensa. Algunos internos mostraron una actitud muy violenta", señala en un comunicado la asociación Tu Abandono Me Puede Matar.
Otra compañera nos cuenta una situación parecida, el viernes en el módulo 10 del penal valenciano de Picassent, que actualmente alberga a 110 internos. Casi todos son lo que se consideran ‘primarios’, de bajo perfil conflictivo y con condenas cortas. A la hora de la comida medio centenar de reos se negaron a regresar a sus celdas hasta que sus demandas no fueran escuchadas.
“Decían que estaban hartos sobre todo por su falta de clasificación. No se están celebrando reuniones con el Equipo de Tratamiento, que es el órgano que decide. Se quejaban que desde que ha empezado el confinamiento no se ha producido ninguna reunión de este tipo, ni ninguna persona del Equipo Directivo se había puesto en contacto con ellos para explicarles la situación por lo que solicitaban la presencia del Educador y Trabajador Social o que estas comunicaciones se realicen mediante videollamadas”, asegura esta funcionaria.
Estos internos y sus abogados proponen mediante sus abogados la posibilidad de salir de la cárcel para acabar de cumplir las condenas en sus domicilios, controlados con medios telemáticos, durante el tiempo que perdure el confinamiento. “Si la Junta de Tratamiento lo considera oportuno, una vez constatado que cumplen los requisitos en base a los informes de los Profesionales Penitenciarios, podrían ser clasificados en tercer grado y abandonar la prisión" explican.
Tu Abandono Me Puede Matar también denuncia que “noticias falsas como la próxima instalación de un hospital de campaña en Picassent, no ayudan precisamente a la normal convivencia en los departamentos y han generado un gran revuelo. Una vez más tenemos que denunciar que en el Centro Penitenciario de Picassent ya se ha confirmado que 13 compañeros han dado positivo al COVID-19, pero la Administración no nos dota de los EPI’s homologados por la OMS”, explican en un comunicado.
Por otro lado, en el centro penitenciario de Soto del Real ya hay tres módulos confinados, decenas de internos en cuarentena y una veintena en aislamiento respiratorio. El jueves hubo un 'plante' en el módulo dos después de que entrara un grupo de reclusos de nuevo ingreso que había pasado dos semanas en observación. Fueron recibidos con abucheos y los internos se negaban a entrar al comedor, porque decían que a ninguno les habían hecho la prueba para descartar posibles contagios.