La milagrosa historia del piloto que sobrevivió tras ser succionado por la ventana de un avión
Tim Lancaster fue sostenido por las piernas hasta que la nave aterrizó
Pasó 20 minutos pegado al fuselaje, sujetado por uno de los tripulantes
La mala colocación de los pernos de la ventana del avión fue la causa
El 10 de junio de 1990 el capitán Tim Lancaster despegó de Birmingham en el vuelo 5390 de British Airways con destino a Málaga. Uno de los parabrisas de la cabina del avión se rompiera en pleno vuelo provocando una despresurización que succionó al piloto por la ventana, fuera del aparato. Milagrosamente, Lancaster no salió volando gracias a que un asistente de vuelo lo sostuvo por las piernas hasta que la aeronave pudo aterrizar de emergencia.
Más de 30 años después, la historia vuelve a estar de actualidad después de que el periodista y documentalista David Farrier haya compartido en Twitter unas imágenes que recrean lo que ocurrió. El vuelo 5390 de British Airways partió del aeropuerto de Birmingham (Reino Unido) con 81 pasajeros y seis tripulantes a bordo. Al superar los 5.000 metros de altura, los asistentes del vuelo comenzaron a servir las bebidas y aperitivos típicos y los pilotos se desabrocharon los cinturones de seguridad mientras esperaban el desayuno.
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Apenas unos minutos después, se produjo el incidente. Uno de los tripulantes vio lo que ocurría y se apresuró a agarrar a Lancaster, intentando meter al capitán dentro del avión con la ayuda de sus otros compañeros, Simon Rogers y John Heward. Mientras tanto, el copiloto, Alistair Atchison, intentaba controlar el aparato a la vez que avisaba a la torre de control de lo ocurrido y pedía un aterrizaje de emergencia.
El viento no le permitió oír la respuesta, pero comenzó a descender de todos modos, a pesar del riesgo que suponía la posibilidad de cruzarse con otros vuelo. Cuando Atchison consiguió descender, el cuerpo de Lancaster se deslizó por el lado izquierdo de la cabina, pegado al fuselaje y dejando ver su rostro ensangrentado y golpeado.
Sin carta de navegación, que había salido volando por el parabrisas, el primer oficial aterrizó con éxito en el aeropuerto de Southampton (Reino Unido), después de haber permanecido durante más de veinte minutos expuesto a vientos de más de 600 kilómetros por hora y a temperaturas cercanas a los -17ºC. Tim Lancaster fue atendido y trasladado de urgencia a un hospital. El resto de miembros de la tripulación sufrió algunas lesiones leves. Ningún pasajero resultó herido.
Las investigaciones posteriores revelaron que la ruptura del parabrisas fue causada por una mala instalación de los pernos que debían sostenerlo y aguantar la diferencia de presión entre la cabina y el exterior. Cuando la noche anterior se reemplazó una ventana, se habían utilizado unos pernos más pequeños y delgados a los necesarios. El ingeniero a cargo puso los nuevos a su propio juicio y sin ceñirse a la normativa oficial de repuestos. El caso sirvió para que British Airways endureciera sus política en lo referente a los equipos de mantenimiento.