Entrenados desde muy temprano, los perros que forman parte del denominado equipo cinológico de la Unidad Militar de Emergencias (UME) son capaces de abordar multitud de tareas de vital importancia: desde la localización de desaparecidos o de cadáveres sepultados entre los escombros; pasando por las labores de guía en terrenos que suponen ciertos peligros, bajo condiciones de temperatura e iluminación adversa; hasta la localización de objetos y elementos que suponen una amenaza.
Prueba del duro proceso de entrenamiento que hacen tanto perros como guías es el denominado ‘Ejercicio cinológico SWAN’: “Más de 7.000 kilómetros recorridos desconociendo en todo momento cuál es el destino; marchas a pie con un equipo de más de 30 kg”, donde tienen que “superar desniveles cercanos a los 1.000 metros”, descansando “apenas dos horas apoyado en un árbol”, participando también en “traslados en avión” y teniendo que “remar en pequeñas embarcaciones”, una dura prueba en la que el binomio guía-perro forman “una pareja inseparable”, tal y como explica la propia UME.
Se estima que un perro entrenado es capaz de rastrear una superficie de 100 metros cuadrados en 5 minutos; una cifra que adquiere gran relevancia al compararla con los 45 minutos que se estima que necesitaría un humano experto para cubrir ese espacio.
“Todos los perros de los equipos de rescate de la UME están entrenados para actuar en todo tipo de catástrofe, independientemente de su origen”, afirman desde la UME, indicando que los equipos cinelógicos están distribuidos geográficamente “por todo el territorio español” con el objetivo de “permitir una rápida intervención”.
Aludes o avalanchas; deslizamientos de tierra; riadas; estructuras colapsadas; y grandes áreas, –en las que la principal tarea es “localizar a personas perdidas en zonas con vegetación abundante o una superficie muy amplia”–, son las cuatro emergencias en las que todos los perros de búsqueda y rescate de la UME llevan a cabo su labor para localizar desaparecidos, vivos o muertos.
DOS FACTORES CLAVE PARA EL ÉXITO
Para garantizar el éxito en las operaciones son dos los factores clave: el ya citado entrenamiento y el “estrecho vínculo forjado entre el perro y su guía”.
En la exigente instrucción del can, lo importante, explican, es que el animal lo interprete como si cada prueba fuese “un juego”, logrando con ello que siempre estén preparados para actuar bajo cualquier situación.
“No es una tarea fácil y sencilla, se trata de un proceso largo y progresivo. Puede durar hasta dos años conseguir que un perro esté adiestrado y alcance una capacitación general en la búsqueda” en condiciones de emergencia, indican, señalando que dicho proceso se divide en al menos tres etapas concretas de adiestramiento.
Más allá, lo importante es que guía y perro forjen un vínculo que sea “fruto del trabajo diario, la convivencia y el conocimiento mutuo”.
LABORES DE RESCATE EN MALLORCA
Siete de estos perros especializados están trabajando actualmente en Sant Llorenç, el foco de la catástrofe acontecida en Mallorca después del desbordamiento de un torrente. Las riadas se han cobrado ya la vida de 12 personas y los servicios de emergencia temen que la cifra pueda aumentar. Oficialmente, hay un desaparecido: el pequeño Artur, de cinco años. Se encontraba junto a su madre y su hermana, Úrsula, de 7, en el interior de un vehículo cuando se vieron sorprendidos por la terrible tormenta.
Consciente de que la situación era de extremo peligro, la madre se afanó en salvar a los pequeños y cogió primero a la niña pensando que podrían salir del coche. Afortunadamente, un ciclista alemán, –héroe en medio de la tragedia–, se encontraba allí y pudo salvar a la niña cuando quedó fuera, en medio de la riada. Del niño nada se sabe. Tan solo se ha encontrado una mochila que podría ser suya. La madre, por su parte, dio la vida por protegerles a ellos.