En Canadá, el hombre que adoptó a Sadie hace 13 años, falleció a principios de año como consecuencia de un ataque cardíaco. Su familia se hizo cargo de la perra y su esposa notó que el can cada día estaba más triste, había dejado de comer y de dormir y solo esperaba el momento en el que su dueño volviera a casa. Pero ellos sabían que nunca iba a regresar.
Poco antes de su funeral, los familiares del hombre pidieron permiso a Jeremy May, el encargado de la funeraria, para que Sadie entrara a despedirse de su dueño por última vez.
Como era de esperar, May aceptó y el can se acercó lentamente al ataúd acompañado de un familiar. Una vez delante de él, Sadie colocó sus patas delanteras sobre el ataúd y miró detenidamente el cuerpo inerte del que había sido su compañero mientras lo olfateaba.
Tras esto, según recoge Noticias 24, la perrita volvió a casa, comió un par de veces, ya que llevaba varios días sin alimentarse, y recuperó la normalidad.