Los asuntos pendientes no resueltos, sentirse una carga para los demás y la incertidumbre ante el futuro son las principales fuentes de sufrimiento que ponen de relieve los pacientes que se encuentran en la fase final de su vida al sufrir una enfermedad terminal, según revela un estudio elaborado por Rafael Montoya, del departamento de Enfermería de la Universidad de Granada (UGR).
Para llevar a cabo este trabajo, que ha sido dirigido por los profesores Francisco Cruz, María Paz García Caro y Jacqueline Schmidt, miembros del grupo de investigación 'CTS 436 Aspectos Psicosociales y Transculturales de la Salud y la Enfermedad', estos investigadores seleccionaron a 60 pacientes con enfermedad crónica avanzada o terminal entre distintas unidades y hospitales del Servicio Andaluz de Salud (SAS).
Este estudio pionero, por cuanto se trata del primero que emplea el 'International Affective Picture System (IAPS) y el Self Assessment Manikin (SAM)' para caracterizar el estado emocional de una población de enfermos terminales, revela igualmente que los pacientes con enfermedad terminal que se sienten satisfechos con su vida y perciben su futuro con realismo afrontan mejor el proceso de la muerte.
Los sistemas IAPS y SAM son instrumentos que se han empleado de manera experimental en la determinación del proceso emocional de otras poblaciones clínicas como, por ejemplo, drogodependientes o enfermos psiquiátricos, por lo que los resultados de este trabajo son pioneros en ese sentido.
Así, para llevar a cabo este trabajo se entrevistó a todos estos enfermos y se les pidió que visualizaran una batería de imágenes del IAPS, a la par que reflejaran su estado emocional con un instrumento diseñado específicamente para ello, el SAM.
De la investigación también se desprende que los pacientes terminales muestran un procesamiento emocional diferente de la población general, ya que se caracteriza por una mayor sensibilidad ante los estímulos negativos que a los positivos y un gran control emocional ante todo tipo de estímulos.
El trabajo también ha revelado que los pacientes con enfermedad terminal se sentían más activados que la población de referencia cuando se les mostraron imágenes potencialmente neutras y desagradables, mostrando también mayores niveles de control emocional ante todo tipo de imágenes, especialmente en las imágenes neutras y agradables.
Los autores de esta investigación consideran que se deben diseñar intervenciones con estos pacientes que potencien la capacidad de disfrutar de las experiencias emocionales cotidianas de naturaleza positiva. Por otro lado, sostienen que el mayor control emocional mostrado por los pacientes puede ayudar a entender que estas personas "no son tan desvalidas emocionalmente como se piensa y se debe, por tanto, fomentar una información honesta con el enfermo terminal".
Los resultados de la investigación abren así nuevas líneas de intervención con pacientes terminales, basadas en la recuperación de la sensibilidad de estos enfermos ante los estímulos cotidianos de naturaleza agradable. Además, demuestran que los pacientes terminales no oncológicos presentan una mejor adaptación emocional frente a los oncológicos, que tienden a presentar mayores niveles de alteración por encima y por debajo de la media de la población normativa indicando una mayor complejidad emocional.
Los preliminares de este estudio han sido publicados en la 'Revista Medicina Paliativa' y presentados en varios congresos nacionales e internacionales.