Una lápida destaca sobre el césped. A sus pies hay un gran mural con fotografías de una familia: Janaína, la madre; Marcos, su marido y sus hijos: María Carolina y David, dos niños de cuatro y un año respectivamente.
Les vemos abrazados, sonrientes. Encima puede leerse escrito en portugués: "Tres años de saudades", lo que en castellano se traduciría como "Os echamos de menos desde hace tres años", el tiempo que llevan muertos.
Juntos descansan bajo la tierra. El día de Todos los Santos sus allegados se reunieron frente a esta tumba para rezar por ellos. Colocaron flores, globos rojos con forma de corazones y estatuillas con pequeños angelitos blancos. Este cementerio de João Pessoa, en Brasil, se ha convertido en un lugar de peregrinaje para dos familias, devastadas para siempre.
Los cuatro fueron víctimas de un terrible crimen. Ocurrió a más de seis mil kilómetros de distancia de esta tumba, en un chalet de Pioz, en Guadalajara, España. Fue el 17 de agosto de 2016. El único verdugo fue otro miembro de su familia: Patrick Nogueira, sobrino del padre y tío de los niños, que entonces tenía 20 años.
Los cadáveres fueron encontrados un mes después en una esquina del salón de la casa que el matrimonio había alquilado ese mismo verano. Habían sido descuartizados e introducidos en bolsas de basura. La Guardia Civil localizó pronto al culpable: Un joven frío y egocéntrico que había huido a Brasil, el quinto miembro de esta familia durante los meses previos a la matanza.
Su familia consiguió convencerle para que subiese en un avión, con destino a Madrid y se entregase. Fue el 19 de octubre de 2018. Los investigadores de la Unidad Central Operativa (UCO) le detuvieron al pie de la escalerilla. Tras su declaración, el joven ingresó en prisión provisional.
El 15 de noviembre de 2018 Patrick fue condenado a prisión permanente revisable por estos cuatro asesinatos. Hoy se cumple justo un año. Una condena insólita en España. Desde entonces permanece en el Penal de Estremera, en un módulo de aislamiento.
Patrick pasa la mayor parte del día en su celda, dentro de una pequeña galería que comparte con otros dos o tres internos. Pretende pasar desapercibido. Sale dos horas al patio, donde habla con otro reo condenado por yihadismo.
Es un recluso mediático, que figura en los ficheros de internos de especial seguimiento- los denominados FIES. Debe estar vigilado las 24 horas del día y los funcionarios de prisiones redactan informes periódicos sobre su conducta.
Los padres de Patrick, Soraya y FranÇois, han viajado desde Brasil cuatro veces este año para visitarle en la cárcel. Encuentros de dos horas, dentro de una sala que les permite tener contacto directo. "Cada vez que vienen es un calvario. Le ven cabizbajo, destrozado" nos cuenta Walfran Campos, hermano de Soraya y tío de Patrick.
Walfran es un hombre tranquilo, que habla pausado, sin rencor hacia su sobrino. Llegó a España antes que su hermano Marcos y le ayudo a encontrar trabajo, los dos estaban muy unidos. Cuando Patrick perpetró su matanza, él se encontraba en Brasil pero se trasladó a España nada más conocerse el hallazgo de los cadáveres. Se encargó de identificar los cuerpos, hizo de portavoz de la familia y luchó por repatriar los restos para darles sepultura en su país natal. Tres años que le han supuesto un gran desgaste.
"Mi hermana llora mucho. Dice que es muy difícil tener que mirar a la cara a su hijo y verle como un criminal. Un niño al que amamantó, crió, al que tanto amaba, al que dió una educación digna, en los mejores colegios, una casa, coche... Ella ve cómo ha tirado su futuro por la ventana, todo se ha ido a la basura y él ha hecho sufrir a tantas personas a su alrededor" -lamenta-.
Soraya y FranÇois acaban de ser abuelos. Caroli -la hermana de Patrick- ha dado a luz a una bebé, a la que todos quieren conocer y visitan estos días. Cuatro generaciones se congregan en casa de una recién estrenada bisabuela, pero la tristeza empaña estos momentos de alegría. "Faltan cinco miembros de nuestra familia. Mi madre y mi hermana Soraya se abrazan y lloran durante horas" dice Walfran. Todos están muy unidos y se apoyan mutuamente.
Patrick tiene otra hermana llamada Hanna, que es abogada, y que también viajó a España tras el macabro hallazgo para obtener información de primera mano. Patrick se había refugiado en casa de sus padres, a quienes contó que estaba asustado porque podría ser obra de unos sicarios.
Una mentira que pronto descubrió ella tras presentarse en la comandancia de la Guardia Civil en Guadalajara aunque los investigadores no le dieron demasiados detalles. "Le dijimos que Patrick era el principal sospechoso y que teníamos pruebas en su contra." Por eso ella regresó y le convenció para que volviera a Madrid y confesara su autoría.
Ha pasado un año desde que el juez dictó la sentencia pero todos coinciden en algo: Patrick no se arrepiente de lo que hizo. Sólo se preocupa de sí mismo, es una persona muy egocéntrica. "Va en su perfil. Asesinó a su familia y se quedó tan tranquilo. No tiene empatía hacia las personas y cree que el mundo gira en torno a él. Empezó a inquietarse cuando descubrimos los cuerpos, pero sólo por lo que podía pasarle en un futuro", cuentan los agentes de homicidios.
Su misión era esclarecer lo que ocurrió y sentar al responsable en el banquillo de los acusados. Pero este caso también tocó su lado más sensible: "nos dió mucha pena ver cómo Marcos había venido a España buscando un futuro mejor, que habían recorrido distintos puntos de nuestra geografía, que los fallecidos eran felices a pesar de que sobrevivían con lo mínimo. Le dieron todo a Patrick y al final tuvieron que huir de él. Incluso en Pioz, un lugar lejano en el que se habían escondido, tenían una ilusión, un nuevo proyecto de vida", se sinceran.
Walfran lo confirma: "Patrick no se arrepiente de lo que hizo. Sólo le importa haber perdido su juventud; no sufre por el daño que ha causado a toda la familia. Es muy vanidoso. Sabe que va a pasar toda su vida en la cárcel pero no piensa en nosotros. Para hacer esto tiene que tener mucha maldad en su corazón. Yo no sé qué pasaba por su mente para planear la muerte de cuatro personas durante un mes. Dos niños inocentes, que no tenían culpa de nada. Hay que tener mucha sangre fría y los nervios a flor de piel", e incide "creo que es peligroso y que no debería salir a la calle nunca más. Podría volver a hacerlo."
Marcos llevaba casi 16 años en España cuando conoció a Janaína. Se casaron en Brasil y allí nació su hija mayor, María Carolina. Recorrieron distintas provincias de España buscando un trabajo digno. El cabeza de familia solía trabajar en hostelería.
Los investigadores analizaron este periplo. Habían vivido en Murcia, La Coruña, en Valladolid y Torrejón de Ardoz, localidad en la que el matrimonio había alquilado dos habitaciones de un piso cuando nació David y cuando Patrick llegó a Madrid.
Es allí donde empezaron los confictos. El chico había apuñalado a un profesor en su país y no le interesaban los estudios. Pasó una temporada en Inglaterra donde intentó despuntar en el fútbol pero tenía problemas con el alcohol. Entonces Marcos le abrió la puerta de su casa.
La familia sabía que los dos hombres tenían sus desacuerdos. Walfran recibió varios mensajes de Marcos quejándose de la actitud del chico." Fue la convivencia, el día a día, lo que les llevó a esto. La relación no era buena. Ese es el motivo que llevó a la muerte de mi hermano", afirma rotundo.
Por eso el matrimonio decidió marcharse. Apenas llevaban unos días en su nuevo domicilio cuando el asesino acudió en su busca. "La escena del crimen nos dejó impactados, era dantesca, terrible. El hedor era insoportable y todo estaba lleno de sangre", recuerda uno de los agentes de homicidios.
El asesino se sintió traicionado al ver que sus tíos le daban la espalda. Creía que no iban a descubrirle pero fue dejando un reguero de pistas a su paso. Los agentes de la UCO lo tuvieron claro en menos de una semana. "Dimos en los lugares justos y acorralamos a Patrick, después él confesó los hechos aunque con muchas lagunas", explican.
¿Qué tuvo aquello de especial? la escena del crimen, responden los expertos de la UCO. "Era una escena muy dura, que nos impactó muchísimo. Ya no estaban los cadáveres pero era agosto, los cuerpos habían sido descuartizados y guardados en bolsas de basura. Habían dejado una cama de putrefacción sobre el suelo y había muchas moscas encima".
Esta imagen ha quedado grabada en sus retinas. Pero también el lado más humano de este caso: "Sabíamos quienes eran las víctimas y habíamos visto sus cuerpos sobre las mesas de la autopsia. Pero recuerdo que al subir las escaleras vimos la habitación de los niños y pusimos vida a esos cuerpos. Había una fotografía de David, el pequeño, jugando en la bañera y otra de Carolina, en el jardín con una manguera unos días antes de morir".
Otra de las anécdotas que han calado en estos hombres, acostumbrados a detener a delincuentes, fue la manera en la que se produjo el arresto: "Teníamos los testimonios de los compañeros de trabajo de Marcos, que nos contaron la mala relación con su sobrino; las declaraciones de las compañeras de piso de Patrick, que coincidían; restos de ADN, huellas y otras pruebas determinantes, pero no nos esperábamos que de madrugada nos llamase su familia para decirnos que le teníamos montado en un avión, ya de camino ,¡no es lo más habitual!", subrayan.
En su alegato final durante el juicio Patrick pronunció textualmente estas palabras: "Pido perdón. He hecho sufrir a mucha gente a la que aún tengo cariño, pero yo también sufro. Soy un hombre de un solo destino. He cavado mi tumba desde niño con un cúmulo de delitos y de desgracias, una tras otra. Pero llegado este punto no puedo cambiar el pasado ni hacer nada en un futuro".
Walfran estaba presente. Critica este discurso: "a él ya no le importa nada, pero para Soraya -su madre- es un sufrimiento contínuo. También para nuestra madre, que sabe que su hija lo está pasando mal. Hemos perdido a Marcos, a Janaína, a Carolina y a David pero también a Patrick, porque ya no volverá nunca".
Esta familia nunca podrá olvidar lo ocurrido. El 17 de agosto de 2016 Patrick fue al gimnasio. A mediodía compró unas pizzas, cogió un autobús en la localidad madrileña de Alcalá de Henares y se bajó en Pioz. Un vecino le acercó en su coche hasta la urbanización La Arboleda, a donde Janaína le había contado que se mudaban. También llevaba una mochila con un cuchillo y unas bolsas de basura. Fue una acción premeditada.
La mujer estaba sola en casa con sus hijos. Marcos en Madrid, trabajando. Ella abrió la puerta a su sobrino sorprendida. Comieron y conversaron un rato en la terraza hasta que Patrick la apuñaló con ensañamiento en la cocina, delante de los niños.
Luego se dirigió a ellos y también les mató. Esperó durante cuatro horas a su tío, mientras limpiaba la casa y hablaba vía Whatsapp con Marvin, su mejor amigo en Brasil. Una conversación macabra, en tiempo real, en la que también adjuntó fotografías de los cadáveres.
Walfran lo recuerda como si fuese ayer: "tenemos que seguir caminando en la vida. Hay días menos malos, días más buenos. Pero para nosotros es complicado avanzar porque durante todo el año tenemos fechas muy marcadas que nos recuerdan lo sucedido: el 17 de agosto murieron Marcos y su familia; un mes después los cuerpos fueron encontrados; en noviembre Patrick fue condenado a prisión permanente revisable y en cada fecha de los cumpleaños la familia va al cementerio para decorar las tumbas. Jamás podríamos haber imaginado que algo así pasaría en nuestra familia."