Los presuntos parricidas de Godella, María Gombau y Gabriel Salvador C.A., se han negado a declarar ante el juez de instrucción por consejo de sus abogadas. Así, el juez los ha enviado a prisión comunicada y sin fianza a los dos.
Ambos están en el módulo de enfermería, aunque por separado, de la cárcel de Picassent. Allí están acompañados las 24 horas por presos de confianza para evitar que se suiciden. El padre ingresó en la cárcel un día antes que ella, que ha estado internada en un centro psiquiátrico hasta que el juez la ha visitado en el hospital este domingo.
Los conocidos como presos sombra o de confianza son reclusos que ayudan a los funcionarios de prisiones a controlar y servir de apoyo a determinados internos desde el momento que ingresan en prisión para evitar que se autolesionen. Se trata de un destino dentro de los muchos en los que pueden trabajar los internos pero al que sólo acceden los que son de la entera confianza de los funcionarios.
Aún no está claro que pasó en la finca de Godella. Aunque los investigadores creen que la madre pudo matar a los niños en un brote psicótico, la falta de colaboración de los dos no ayuda a aclarar lo sucedido.
En la tarde del jueves 14 de marzo, cuando María fue encontrada por agentes de la policía escondida en un bidón aseguró haber sepultado a sus hijos pero negaba haberlos matado. En su primer interrogatorio ante la Guardia Civil, la joven aseguró que se los encontró muertos y decidió enterrarlos por miedo a ser señalada como culpable. Posteriormente diría a los médicos que Dios le ordenó matarlos. Sin embargo, horas más tarde, al hospital de Llíria, la madre de los menores se negó a declarar.
Las primeras investigaciones desvelan que María podría haber sufrido un brote psicótico la noche en la que presuntamente mató a sus pequeños, de 3 años y medio y cinco meses. Lo habría hecho golpeándoles en la cabeza. Así lo reveló la autopsia, que señala que ambos presentaban fracturas y traumatismos en el cráneo. El mayor de los niños, presentaba, 20 traumatismos en la parte de la cabeza.
Está previsto que para esta semana se produzcan las exequias y el entierro de los menores. Será la abuela materna la que tendrá que llevar estas difíciles decisiones.
Aún falta por conocer qué es lo que va a pasar con la posible reconstrucción que aportaría mucha luz sobre qué ocurrió aquel día. También se tiene que conocer la evaluación psiquiátrica de la forense que dictaminaría si la joven sufría un brote psicótico en el momento de los hechos y si está capacitada para trabajar en la reconstrucción. Si el forense determina que ella sufre algún problema psicótico podría no ser imputable.