Los padres de un pequeño de 11 años, residentes en King’s Lynn, Norfolk, Reino Unido, no dan crédito a lo que les ha pasado. La Policía les detuvo el pasado mes de marzo alertada por los médicos de su hijo que alcanza los 95 kilos de peso.
Ellos alegan que la condición de sobrepeso de su hijo es genética y que siempre han intentado controlar su salud. De hecho, la madre afirma que ella es "gordita" y toda la familia de su marido también es de complexión grande. Ahora, ya en libertad bajo fianza, se enfrentan a cargos de crueldad infantil y abandono y pueden perder la custodia el menor. Apunta, además, según recoge el diario DailyMail, que "su peso no es tan importante. Él juega al ordenador para mantenerse activo y está sometido a una dieta estricta".
Ahora, en libertad bajo fianza, los padres han firmado un convenio de asistencia con trabajadores sociales. Si incumplen las condiciones impuestas se iniciarán procedimientos legales para arrebatarles al niño.