Así lo recoge el medio británico Metro, quien se hace eco de la historia de David Hulley, un joven de 25 años que descubrió que su bebé había muerto después de haberse quedado dormido con él en sus brazos.
Aunque fue trasladado al hospital, allí no pudieron sino confirmar su muerte.
Tal y como ha manifestado el propio Hulley, el pequeño “parecía estar bien la noche antes de morir”. Fue en esa aciaga noche cuando, a alrededor de las 5.30 de la mañana, el pequeño “se despertó reclamando que le cogiesen”. “Si quería algo era muy bueno haciéndote saber que lo quería”, recuerda.
Así, asegura que cogió al pequeño, bajo las escaleras y le preparó un biberón porque “quería comer”. Mientras lo preparaba, le dejó en el sofá entre cojines asegurándose de que estaba bien. Después, se sentó con él y, tal como cuenta, el bebé se quedó dormido, al igual que hizo él.
De acuerdo a su versión, el pequeño estaba sobre su brazo, y él no llego a tumbarse completamente. Inmediatamente nada más despertar se dio cuenta de que “algo no iba bien” al ver el tono de piel que había adquirido el pequeño.
Tras comprobar que no se movía, salió corriendo a avisar a su pareja, Beverly, y esperándose lo peor, rápidamente llamaron a una ambulancia.
Según los médicos, no es posible determinar la causa exacta del fallecimiento del pequeño, y de acuerdo a sus informes, el juez de instrucción ha concluido que “Karson murió de forma repentina sin ninguna explicación”.
“Era muy pequeño para su edad, pero no tenía heridas aparentes ni marcas. Estaba perfectamente normal; tenía signos de un resfriado común, pero estaba bien hasta que murió”, ha declarado la especialista en patología Melanie Newbold, quien ha recalcado, no obstante, que dormir en una cama o en un sofá puede tener ciertos riesgos “aunque no siempre sepamos por qué”.
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