La desesperación de los que no se deshacen del coronavirus: "41 días y sigo dando positivo"
Keka está aislada en su habitación desde el 20 de marzo y ha vuelto a dar positivo por coronavirus
Mayra ha superado una neumonía pero sigue teniendo tos y mucha debilidad tras 38 días con el COVID-19
Según los científicos, los casos de coronavirus que superan los 30 días son muy poco habituales
Keka Lucas abre una y otra vez el ordenador. Está nerviosa. Mira de forma compulsiva si ya están los resultados de la prueba que le hicieron 24 horas antes. Tiene miedo de recibirlos pero a la vez no puede dejar de actualizar el correo. Está sola, en su habitación. Entre esas cuatro paredes que la han visto llorar, sonreír, desesperarse o toser sin descanso en los últimos 41 días. Porque esta mujer de 44 años es una de esas pacientes que, a pesar de su lucha, no ha podido deshacerse del coronavirus. El 20 de marzo empezó con fiebre. En ese momento decidió aislarse. Nunca pensó que iba a llegar el mes de mayo y que seguiría confinada en el mismo lugar. Encerrada. Con síntomas. Sufriendo las consecuencias físicas y psicológicas de llevar seis semanas con el virus y no poder decirle adiós. Es una de las enfermas de larga duración de la COVID-19.
“Es desesperante. Hacerte un test y que dé positivo. Y otro más. Y no terminar de recuperarte. Yo soy fuerte y sé que de todo se sale. Desde un punto de vista físico está siendo muy duro. Pero psicológicamente el virus me está machacando. Es muy jodido. Porque estás sola, en tu habitación. Un día tras otro. La mente se te dispara. Llegas a pensar en si te vas a ir a dormir y no te vas a volver a despertar. Es muy difícil. Y así van pasando los días y las semanas”, cuenta Keka por teléfono a NIUS desde la soledad de su convalecencia.
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Al principio yo también creí que no era para tanto. Ahora siento que es devastador
La historia de Mayra del Pilar es parecida y casi coincide en el tiempo. Lleva ya 38 días con el virus. Ella empezó con fiebre y poco después aparecieron la tos, el cansancio extremo y la diarrea. Unos días más tarde llegó lo peor. La dificultad para respirar, la neumonía. “Al principio yo también creí que esto no era para tanto, pero ahora siento que es devastador. No puedes pensar si mañana estaré ya curada o no. Tienes que centrarte en el hoy, intentar pasar el día de la mejor forma posible. Y no obsesionarte con los test. De hecho, yo más que un negativo, lo que quiero es recuperarme del todo, sentirme bien después de tantos y tantos días. Además, he empezado a meditar, para no perder la cabeza”, explica Mayra, que interrumpe sus palabras en varias ocasiones por la tos.
Los casos de más de 30 días son muy poco habituales
Los casos de coronavirus que se extienden más allá de 30 días son muy poco habituales, según Lorenzo Armenteros, portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG). “La gran mayoría tiene síntomas durante 14 días. Para otros pacientes la enfermedad dura más. Pero que sobrepasen el mes es muy poco habitual”. La parte positiva para Armenteros es que aquellas personas que superan 30 días con el virus no suelen desarrollar un cuadro especialmente grave.
Keka empezó con una tos que no se le iba. Después tuvo fiebre, diarrea, dolor de cabeza, pérdida de apetito y dificultad para respirar. “Ir al baño, que lo tengo dentro de la habitación, era como hacer una maratón. Estaba como si me hubiese pasado un camión por encima”. Los primeros 12 días para ella fueron los peores. Desde entonces ha tenido subidas y bajadas. Tanto en su estado físico como anímico. En este momento sólo le queda un síntoma, la tos. Pero seguir dando positivo la tiene “al límite”.
Mayra, 38 días después, sigue estando débil. A ella tampoco se le ha ido la tos y continúa con febrícula. Al haber tomado Kaletra (retrovirales usados normamente para el VIH), e hidroxicloroquina (medicamento para la malaria), ha tenido muchos efectos secundarios; jaquecas, dolor abdominal, nauseas… Eso se ha sumado a los síntomas habituales del coronavirus.
El sistema inmunitario no es capaz de eliminar al virus
El doctor Armenteros destaca que hay dos tipos de pacientes entre los que llevan más de 30 días sufriendo la COVID-19. Están los asintomáticos pero que siguen dando positivo en los PCR y los que continúan teniendo síntomas. Los primeros “pueden dar positivo pero eso no significa que la infección esté activa, porque el PCR ha podido detectar fracciones del virus en material genético residual. Pero oficialmente no están curados hasta que den negativo, por lo que tienen que seguir manteniendo las medidas de aislamiento, por muy duras que sean al llevar tanto tiempo en esas circunstancias”. En los segundos, “la enfermedad persiste en el tiempo debido a características especiales del paciente. Su estado inmunitario no alcanza el nivel óptimo para eliminar al virus. Su capacidad de responder es diferente. No es algo patológico, sino que su respuesta inmunitaria es más lenta y hace que los síntomas continúen durante más tiempo”.
Lo más difícil para Keka y Mayra
Lo más duro para Keka está siendo mantenerse alejada de sus dos hijos y de su marido Daniel, al que califica de "héroe con mayúsculas" por hacerse cargo de los niños, de las tareas de la casa, del cuidado de ella y del teletrabajo. “Las videollamadas me están dando la vida, y Héctor, mi hijo mayor, me hace dibujos y me los pasa por debajo de la puerta. Te duele mucho no poder tocarlos, ni besarlos. Les escuchas al otro lado de la casa; riendo, llorando o jugando. Pero no puedes estar con ellos. Antes de que se vayan a la cama abro la puerta para darles las buenas noches. Están a una distancia de unos tres metros. Daniela, la pequeña, que tiene dos años, me tira los brazos para venirse conmigo. Pero no puede ser. Y claro, yo al cerrar la puerta, me echo a llorar”.
Sin embargo, para Mayra la puerta de su cuarto está siendo su salvación. El cristal traslúcido ha hecho que se sienta menos sola en estas seis semanas de aislamiento. Tras él, siente la mano de Lola, su hija mayor. O las risas de Carmen, la pequeña. O los besos de Edú, su marido. “No puedes abrazar a nadie justo cuando más lo necesitas. Y no te recuperas y te entra la ansiedad. Y sigues sin recuperarte y te entra el pánico”. Su pediatra le ha permitido que le dé el pecho a su hija pequeña, que también tuvo síntomas y posiblemente haya pasado la enfermedad. “Ese momento es precioso, pero dura poco. Y además, me deja agotada. Pero lo hago más por mí que por ella”. Es como volver por unos minutos a la vida antes del coronavirus.
Y para terminar volvemos al principio del artículo. A la habitación de Keka, donde esperaba con incertidumbre la resolución de la prueba. El correo ya ha llegado y el resultado la deja destrozada. Positivo de nuevo. 41 días y sumando. Keka tendrá que seguir luchando para deshacerse del virus. Mientras tanto, se agarra al mejor recuerdo de su aislamiento. El 20 de abril cumplió 44 años. Lo celebraron con una tarta. Al fondo del pasillo, su marido y sus dos hijos le cantaron el cumpleaños feliz y ella sopló las velas en la distancia. Además, su móvil no dejó de sonar en todo el día. "Ha sido la única vez que en este tiempo he llorado y no ha sido de pena, sino de alegría".