Arranca la operación salida de agosto y con ella millones de españoles inician su viaje hacia las ansiadas vacaciones. En carretera, concretamente, se espera que se produzcan cerca de tres millones de desplazamientos según las previsiones de la Dirección General de Tráfico, que llama extremar la precaución en estas fechas clave del verano. Desde este 31 de julio al 1 de agosto, la DGT espera grandes movimientos originados por un lado en sentido de salida, –especialmente desde de los grandes núcleos urbanos–, y por otro, en sentido de retorno, debido a aquellos que finalizan sus vacaciones del mes de julio. Por esta razón, además, se prevé que también haya un incremento significativo de los desplazamientos durante el fin de semana posterior a estos días.
Con el objetivo de regular, ordenar y vigilar el tráfico a nivel nacional, la DGT llevará a cabo la denominada ‘Operación Especial 1º de agosto – 2019’ para velar por nuestra seguridad vial. En los últimos doce años (desde 2006 a 2017), de los que hay datos oficiales, durante los meses de junio, julio, agosto y septiembre, en los accidentes de tráfico registrados en carreteras y ciudades en España fallecieron 10.596 personas; 551.140 resultaron heridas y aproximadamente 50.000 quedaron con secuelas permanentes. Más allá, en lo económico, según la OCDE, los accidentes tuvieron un coste de entre 40 y 50 millones de euros.
No obstante, buscar la seguridad en carretera ha de empezar desde uno mismo, máxime en el periodo más importante del verano en cuanto a movimientos de vehículos se refiere, con viajes vacacionales largos, donde es imprescindible no tomar riesgos innecesarios.
Por esta razón, Informativos Telecinco ha contactado con Luis Montoro González, catedrático de Seguridad Vial de la Universidad de Valencia, presidente de la Fundación Española para la Seguridad Vial (FESVIAL), quien nos indica algunos de los factores y situaciones que debemos tener en cuenta para garantizar la seguridad en nuestro viaje.
Además del uso del cinturón de seguridad; el casco en el caso de las motos; respetar los límites de velocidad; no consumir alcohol o drogas; y no distraernos con el móvil cuando estamos al volante, hay muchos otros aspectos relacionados con la seguridad vial a los que tenemos que atender.
Por evidente que resulte, muchas veces lo pasamos por alto, pero es imprescindible, indica Luis Montoro, revisar los distintos elementos de nuestro coche antes de viajar: luces, correas, niveles, amortiguadores, frenos y neumáticos. Estos últimos son especialmente importantes, dado que “su deterioro o mal inflado puede provocar un reventón, aumentar el desgaste, afectar a la adherencia e incluso al consumo”. En este sentido, advierte, lo aconsejable es “ir a un taller mecánico profesional a hacer una revisión antes de iniciar un largo viaje”. No se nos puede olvidar, en cualquier caso y ante cualquier imprevisto, tener los triángulos de señalización y el chaleco reflectante.
La pérdida de las llaves del coche es “algo frecuente en las vacaciones”. Por eso, Luis Montoro recomienda “llevar siempre un duplicado, o si es posible anotar la numeración de la llave en la agenda o el móvil”.
No se ha de empezar nunca el viaje si no se ha descansado adecuadamente o si no se tiene previsto compartir las horas de conducción con otra persona, subraya el experto en seguridad vial, precisando que “a la fatiga que ya tenga uno se le añadirá rápidamente la que se deriva de la propia actividad de conducir”.
Pese al avance de la tecnología GPS y los navegadores del coche, siempre “es conveniente planificar el itinerario que se va a llevar a cabo; la ruta más idónea y la carretera que presente mayor seguridad, aunque haya una mayor inversión de tiempo en el viaje”. Esto es, el camino más rápido, o el más corto, no es necesariamente siempre ni el mejor ni el más seguro, si bien, señala Luis Montoro, “en todo caso, siempre que se pueda es recomendable la utilización de la autopista o la autovía”.
Cuando vamos de vacaciones con familiares y amigos en varios coches “se suelen disparar algunas conductas de riesgo, entre las que destaca el adelantamiento precipitado”. A este respecto, lo que se aconseja es que todos intenten seguir un ritmo similar, pero “sin pretender circular juntos en cada momento”. En su lugar, pueden acordarse previamente puntos de encuentro y parada, explica Montoro, para “evitar estar siempre pendiente de la ‘pérdida’ de los otros vehículos”.
“Grave y frecuente”. Así señala el experto en seguridad vial al error que cometemos al empeñarnos en medir el trayecto de nuestro viaje en tiempo y no en kilómetros, así como al ponernos una hora fija de llegada a nuestro destino, dado que “si la previsión no se cumple los conductores tienden a incrementar las conductas de riesgo, en especial la velocidad y los adelantamientos peligrosos”.
El riesgo de accidente de tráfico es mayor en las salidas vacacionales que en el regreso, debido a que habitualmente iniciamos el viaje fatigados. En este sentido, los kilómetros finales del trayecto son “los más peligrosos”. La razón: “la acción acumulada de la fatiga”, además de “hechos poco mencionados”, como son “el aplazamiento de necesidades fisiológicas hasta llegar al destino”, lo que da lugar a un “fuerte estrés” y, nuevamente, precipita las conductas de riesgo.
Del mismo modo en que debemos planificar el itinerario a seguir, debemos planificar las horas a las que vamos a abordarlo. “Hay que evitar conducir entre las dos y las cuatro de la tarde, y durante la noche”, apunta Montoro, que precisa que, por la noche, “es mucho mayor la posibilidad de sufrir un accidente, especialmente entre las dos y las cinco de la madrugada y al amanecer”. Además de presuponerse mayor sueño del conductor, durante la noche fundamentalmente “se pierde más de un 70%” de visibilidad. Y en caso de accidente en ese momento, subraya, “es más complicado el rescate”.
A la hora de abordar un viaje largo, lo conveniente es “hacer las principales comidas a las horas habituales”, siendo aconsejables los “alimentos ligeros y fáciles de digerir, evitando sobre todo los flatulentos y salados”. Más allá, deberíamos hacer un desayuno más abundante de lo habitual si tras ello vamos a abordar un viaje. Y en cualquier caso, tras cada comida, la recomendación es dar un pequeño paseo.
Otro de los consejos fundamentales es estar debidamente hidratado durante el viaje. Se aconseja “beber agua abundantamente”, lo que ayuda a evitar la fatiga muscular. Así mismo, “zumos y refrescos no gasificados” también son recomendables, al contrario que “la leche caliente por la noche, al ser un facilitador del sueño” y obviamente el alcohol. Además, en lo que se refiere a las bebidas estimulantes como el café, “también son buenas en pequeñas dosis”, indica Montoro.
Resulta evidente, pero muchas veces lo pasamos por alto. La ropa que llevemos para conducir debe ser “cómoda y ancha”, así como debe “proteger contra la radiación solar y posibilitar la transpiración”. Una ropa demasiado estrecha y ajustada, matiza el experto, "impediría la libertad de nuestros movimientos, pudiendo dificultar la circulación y generando estrés al conductor". Además, en el caso de que el viaje se realice en moto, –lo que genera mucha más fatiga que en coche–, lo que se recomienda es “fortalecer los músculos paravertebrales y lumbares con fajas especiales”, “utilizar guantes y botas adecuadas y un mono completo que proteja de los roces en caso de caída”. Y con todo, el motorista debería “hacer paradas como máximo cada hora y media”.
“Resulta incongruente que algunos conductores compren un coche con sofisticados sistemas de frenos y luego utilicen un calzado inadecuado que impida, por ejemplo, una correcta presión sobre los pedales”, apunta Luis Montoro, destacando su importancia. Es importante que el calzado sea “cómodo, bien ajustado al pie, flexible, no resbaladizo y que permita un buen tacto con los pedales, evitándose siempre que tenga un tacón excesivo”.
Para evitar la fatiga o el adormecimiento, es fundamental “tener el coche bien aireado y a la temperatura adecuada”. En este sentido, no se deben dirigir las rejillas de ventilación directamente a los ojos, pues al igual que los gases o el humo, ello contribuye a la irritabilidad y fatiga ocular. Llevar el aire acondicionado es recomendable tanto por seguridad como por comodidad: “aparte de paliar el calor y sus efectos, el poder llevar las ventanillas cerradas significa eliminar ruidos, evitar el impacto directo del aire en los oídos y los ojos del conductor, impedir la entrada de polvo o de insectos en el interior del coche, etc”, explica el catedrático.
Además de prohibirlo la normativa, arrojar un objeto o un cigarrillo por la ventana del vehículo puede tener gravísimas consecuencias, siendo “una causa mucho más frecuente de lo que en principio se pudiera pensar” de accidentes de tráfico.
Las carreteras secundarias requieren un extra de atención y alerta. “En estas vías los riesgos son muchos e impredecibles”, siendo el adelantamiento uno de los más graves de entre todos los peligros que podemos encontrar en las vías secundarias. “En un choque frontal a 80 km/h el riesgo de muerte es ya de un 70%”, explica Montoro, que acompaña su aclaración con un dato alarmante: “casi un 20% de los conductores reconoce haber acelerado alguna vez cuando se les adelantaba”.
Se habla poco de ello, señala Montoro, pero en verano los conductores ocasionales se pueden convertir en un peligro. Hay aproximadamente un 53% de los conductores que utilizan el coche a diario, frente a un 41% que conduce de forma ocasional. Estos últimos “tienen un 40 % más de posibilidades de tener un accidente, especialmente en verano, por la falta de costumbre del uso del vehículo y por su poca práctica en las situaciones de riesgo habituales del tráfico”.
Hablar de operación salida es hablar de tráfico, atascos, retenciones y horas y horas de espera que a menudo se hacen interminables para el conductor. Son inevitables, y por eso debemos saber cómo gestionarlos, así como sus implicaciones: “Aumentan la fatiga y el cansancio, por la tensión que se acumula; hay en ellos una importante alteración de la atención; se puede producir un entumecimiento muscular que luego disminuye la reactividad; y potencian notablemente la agresividad por estar en un espacio cerrando inmóvil tanto tiempo”, explica Montoro, que precisa que, el mayor riesgo del atasco se produce cuando la retención se ha acabado, porque es justo en ese momento cuando “muchos conductores, para recuperar el tiempo perdido disparan la velocidad y realizan adelantamientos incorrectos”.