Una plancha metálica de una tonelada salió disparada por la onda expansiva provocada por la explosión en La Canoja. Recorrió tres kilómetros, sorteó edificios como si tuviera un objetivo mortal en mente. Este era Sergio, de 59 años, casado y con dos hijos, que no sabía que el destino iba a jugarle una mala pasada, que una plancha enorme volaba a su encuentro. A la hora de la explosión estaba solo en casa, por lo que su mujer se salvó de perder la vida. La plancha impactó contra el edificio en el que vivía Sergio.
Entró por la ventana del tercer piso y llegó hasta el comedor, que se derrumbó y cayó encima del hombre, que falleció atrapado por los cascotes. Un cúmulo de circunstancias y de mala suerte. El destino. Era el edificio de la plaza García Lorca, en el barrio Torreforta de Tarragona, el destino de esa plancha maldita. Un vecino fue el que entró en su casa y se encontró el cuerpo del fallecido y la casa destrozada con el agua saliendo por todos los lados y las paredes totalmente destruidas.
Los vecinos aún tienen en la retina lo que califican como un meteorito."Era como un meteoro, como una bola de fuego que se giraba como un helicóptero. Carmen no puede evitar emocionarse al ver los destrozos provocados en su tienda por la onda expansiva. Cristales rotos, miedo, padres corriendo por las calles con los niños de la mano ante la incertidumbre. Nadie sabía lo que pasaba y para colmo las sirenas no se activaron porque la nube provocada por la explosión no era tóxica. Pero Protección Civil ha acusado ya a la empresa de no seguir los protocolos.