Más contagiosa pero más leve, todavía sin víctimas mortales y potencialmente dominante. Dos semanas después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara a ómicron como nueva variante de riesgo del SARS-CoV2, los datos iniciales apuntan a un panorama con menos casos graves y una nueva mutación que podría desbancar a delta.
¿Estamos ante una buena noticia? ¿Una variante así, con más positivos pero menos severa, indicaría el camino hacia un virus endémico con el que podamos convivir? Desde que la OMS dio la alerta el 26 de noviembre pasado, las incógnitas siguen siendo numerosas pero algunas pistas empiezan a asomar después de conocer los primeros estudios científicos publicados.
“Parece más contagiosa, por lo rápido que se está propagando en algunas áreas. También parece que se escapa en parte de los anticuerpos que generan las vacunas, según los primeros experimentos de laboratorio. Y no parece que cause casos más graves de covid-19, aunque en Sudáfrica se vio al principio que afectaba más a los niños”, explica Salvador Macip, médico e investigador de la Universidad de Leicester y la UOC.
“Pero falta aún por ver si será capaz de desplazar a la delta, que es la variante mayoritaria ahora. Si no llega a ser dominante, su impacto será pequeño, pero si lo consigue, puede ser un problema”, agrega.
Tras estas dos semanas, todo indica que estamos posiblemente ante una variante más contagiosa. Ómicron multiplica un 2,4 el riesgo de reinfección, según un estudio preliminar del Instituto Nacional de Enfermedades Comunicables (NICD), la agencia de salud pública sudafricana, conocido a principios de este mes.
“Las pruebas […] sugieren que la variante ómicron está asociada a una capacidad sustancial de evadir la inmunidad de una infección previa”, han asegurado los investigadores, que analizaron cerca de 2,8 millones de pruebas positivas y, entre ellas, unas 35.000 reinfecciones sospechosas.
El equipo de científicos liderado por la epidemióloga Juliet Pulliam cree que la gran ventaja de ómicron frente a delta y beta es justamente esa: su capacidad de reinfectar al escapar de la inmunidad de la enfermedad previa. Aunque los casos que observaron fueron más leves, el incremento de la transmisión supuso un aumento del número de hospitalizados en Guateng, la provincia en el norte de Sudáfrica que ha sido epicentro de la nueva variante.
Sin embargo, ómicron no está dejando casos graves ni muertes, al menos de momento. Los primeros datos del estudio del Consejo de Investigación Médica de Sudáfrica apuntan a esa dirección, si bien se trata de una muestra pequeña. El impacto hospitalario de la variante deja una mayoría de pacientes ingresados sin oxígeno, pocos con neumonía y aún menos en cuidados intensivos.
Los investigadores piden cautela, ya que la muestra solo incluye las dos primeras semanas de ómicron en el distrito de Tshwane, ubicado en la provincia de Guateng. “El perfil clínico de los ingresados puede cambiar significativamente en las próximas dos semanas y en ese tiempo podremos sacar conclusiones más precisas sobre la gravedad de la enfermedad”, han señalado.
Esta misma semana, los datos del NICD han indicado también que la gravedad de las hospitalizaciones es la mitad que con variantes previas, con un 31% de casos que necesitan oxígeno y ventilación frente a un 66% y un 67% en las dos olas previas. A pesar de ello, la OMS ha alertado de que los ingresos irán en aumento, independientemente de si ómicron es igual o menos grave que delta, así como de un “desfase entre el aumento de la incidencia de casos y el aumento de la incidencia de muertes”.
“El impacto de una variante depende de muchos factores”, explica Macip. “Si causa enfermedades más leves pero infecta más, por una cuestión estadística también aumentarán los casos graves, aunque sean proporcionalmente menores. Las variantes que se conviertan en dominantes de aquí al final de la pandemia no serán mejores que las anteriores, al contrario. Estarán más adaptadas para propagarse”, añade el experto.
En esa medida, Macip cree que será posible convivir con el virus “cuando todo el mundo tenga suficiente inmunidad para que los contagios y los casos graves se reduzcan”. De lo contrario, como ahora con ómicron y antes con delta, seguirán surgiendo nuevas variantes más agresivas.
¿Qué hay de las vacunas? Tras estudiar a 581 personas con ómicron, un estudio de la Agencia de Protección de la Salud del Reino Unido (UKHSA, por sus siglas en inglés) ha señalado que las vacunas de AstraZeneca y Pfizer proporcionaban niveles mucho más bajos de protección contra la infección sintomática con ómicron en comparación a la protección que ofrecían ante delta en esta misma situación.
No obstante, los datos preliminares también han mostrado que la efectividad contra la nueva variante aumenta considerablemente tras una dosis de refuerzo, con alrededor del 70 al 75% de protección frente a la enfermedad sintomática. Además, el organismo estima que el porcentaje será “significativamente más alto” en caso de enfermedad grave, si bien habrá que esperar para tener datos al respecto.
Esta misma semana, Pfizer anunció que la tercera dosis de su vacuna neutraliza a ómicron en pruebas de laboratorio. En un comunicado junto a BioNTech, el gigante explicó que el nivel de neutralización es más bajo con dos dosis, pero que los anticuerpos aumentan con un tercer pinchazo.
“No hay indicación que sugiera que las vacunas no vayan a funcionar. Incluso si se reduce algo la efectividad, las vacunas salvarán vidas”, ha afirmado Maria Van Kerkhove, epidemióloga principal de la OMS.