Cuarenta okupaciones al día y 100.000 viviendas okupadas. Son las cifras de este fenómeno en España. Detrás de ellas están, en muchas ocasiones, las mafias que cobran por el alquiler de esas viviendas. Hemos visitado un edificio, propiedad de un banco, okupado por completo en Vigo. En Segur de Calafell, los vecinos cuentan que en dos calles hay ocho casas okupadas.
Los ojeadores son quienes se encargan de revisar qué viviendas que están vacías. “Van tocándolas, dejando señuelos como pegatinsa o alguna otra identificación”, explica Jaime Sanz, director de Desokupación legal.
Cuando localizan las viviendas vacías, pegan la patada a la puerta y las venden. “Ponen los pisos en el mercado negro de okupación y ofrecen los pisos a precios de entre 1.000 y 3.000 euros”, explica Toni Castejón, portavoz del sindicato de los Mossos.
Hasta 1.500 euros es lo que dice haber pagado una chica a una de esas mafias. Apenas llevaba un día allí cuando la policía derriba la puerta y los dueños recuperan su casa. Ella asegura que al enterarse de que la casa tenía dueños iba a dejarla.
En Segur de Calafell, en Tarragona, son los vecinos quienes tienen que pasar a la acción. A base de ruido presionan hasta que consiguen que los Mossos desalojan un chalet. Pero aún así, tienen que lidiar con otras viviendas ocupadas. “En estas dos calles hay ocho viviendas okupadas”, dice un vecino.
En otro edificio en el centro de Vigo se han metido una decena de okupas. Aprovechan que es propiedad del banco y que las obras están paralizadas.