Lo afirma el profesor de Ingeniería Santiago Cáceres Gómez de la Universidad de Valladolid, que asegura que "la obsolescencia programada existe" y le consta en "el ámbito de la electrónica con algunos casos conocidos, esto es teléfonos, impresoras, electrodomésticos".
Para Manuel Serrano Hernández, un técnico que lleva años reparando móviles y ordenadores en un taller de Madrid por donde pasan cientos de dispositivos cada semana "es un hecho real que todos los fabricantes en algún momento hacen que el dispositivo empiece a fallar y el cliente tenga que comprarse uno nuevo".
La obsolescencia programada no es cosa nueva. La inventaron los fabricantes de bombilla el 23 de diciembre de 1924; reunidos en Ginebra los principales fabricantes mundiales de bombillas Osram, Phillips y General Electric decidieron acortar la vida útil de sus productos a 1.000 horas, en lugar de las 2.500. Así los consumidores tendrían que comprar bombillas con más frecuencia, con las consiguientes beneficios para los de siempre.
De ahí en adelante, la ‘mala costumbre’ de fabricar productos con fecha de caducidad ha ido en un 'in crescendo' que se ha extendido desde los ordenadores, los teléfonos hasta la ropa, que con apenas dos coladas queda lista para tirarla, porque la durabilidad se ha convertido es una tragedia para una industria cada vez más voraz.
"Esto, aparte del gasto económico para el bolsillo del consumidor es malo para el planeta", aseguran desde Greenpeace España que piden "regular", porque "no puede ser que las cosas duren tan poco". "Y esto va desde las medias de nylon que eran indestructibles y ahora se rompen en dos días".
Esta práctica que inventaron los fabricantes en el siglo XX se camufla entre nuestros deseos alentados por la publicidad y la moda ¿La obsolescencia programada es un problema técnico? ¿Cuánto puede durar un móvil?
"Se explica en función de varios de los tipos de obsolescencia programada: diseño, tecnología y moda, asegura el profesor Santiago Cáceres Gómez. "Técnicamente puedo tener un ordenador que funcione y realice el tipo de tareas que hacía hace varias décadas, pero ese ordenador no sería capaz de ejecutar el tipo de programas que ejecutamos en un ordenador de hoy en día, ni conectarse con muchos de los dispositivos actuales."
La obsolescencia programada fue diferenciada por el investigador Brian Burns de cuatro formas: La obsolescencia estética (moda y desgaste), la social (cuando la gente deja de hacer algo y cuando algo resulta obsoleto por ley, la tecnológica (un objeto se queda obsoleto por la salida de otro nuevo en el mercado), la obsolescencia económica (reparar algo es más costoso).
"Considero que la moda es una forma de obsolescencia programada en la que el principal interés está en la parte de los fabricantes. Eso no quita que haya una parte de responsabilidad en la sociedad que demanda también una renovación continua de productos. Vivimos en una cultura de usar y tirar o del producir y consumir. Lo adquirido pasa rápidamente "de moda" y miramos al siguiente producto. Por supuesto se incentiva con técnicas de persuasión este tipo de comportamiento."
Cuánto pueden durar nuestros móviles y ordenadores
Para Vianney Vaute, responsable de marketing de Back Market, empresa que reacondiciona dispostivos electrónicos, "el verdadero reto de la obsolescencia programada es más psicológico y de software, que técnico. En primer lugar, porque el fin de la vida útil está en la cabeza de los clientes. Hoy vendemos más Iphone 5C al mes reacondicionados, perfectamente funcionales , pero al final, cada vez hay menos clientes interesados en estos productos."
El ejecutivo francés, admite que está "la obsolescencia psicológica se agrava por la obsolescencia programada del software: los viejos modelos no aguantan las nuevas versiones de iOS. Esto puede suponer un impedimento en la mente del consumidor."
Algo que confirma el técnico reparador Manuel Serrano Hernández que habla de "haber visto ordenadores de los años 90 funcionando perfectamente, porque la electrónica puede durar muchos años, pero es un tema de software. Con ese ordenador ya no se podría navegar por internet" y readaptarlo con recambios, incluso repararlo "cueste más que comprar uno nuevo".
Lo otro son las estratagemas de los fabricantes. Hasta hace varios años la batería de los móviles se podían comprar y sustituir para seguir usando el mismo teléfono un par de años más. Ahora la mayoría de los nuevos modelos de teléfonos inteligentes la traen sellada la batería para que ni siquiera se te ocurra pensar en reparar algo o sustituirla.
Las actualizaciones de los sistemas operativos de móviles y ordenadores te obligan, sin alternativas para los modelos antiguos, porque "los fabricantes sacan al mercado un modelo nuevo cada año, que a veces ni siquiera es mejor que el anterior. Yo he actualizado un ordenador o un móvil y he tenido que quitarlo, porque funcionaba peor que con el viejo", explica Serrano Hernández.
De esto saben Apple y Samsung multados recientemente en Italia y Francia por supuestas prácticas de obsolescencia programada al actualizar los sistemas operativos de sus dispositivos que mermaban el rendimiento de estos. Apple, una de las marcas más prestigiosas del mundo tecnológico fue denunciada y condenada en 2013 tras la denuncia de los hermanos Neistat a cuenta de la batería de los iPod que duraba poco más de un año sin posibilidad de recambio.
Con una legislación en ciernes y con la industria en contra
Los legisladores siguen sin abordar el problema, porque como subrayan desde Greenpeace "queda mucho camino por andar" en un problema "muy gordo que en cuanto se meta la cuchara, la industria se va a tirar encima". Desde Bruselas el Consejo Económico y Social Europeo (CESE) aprobó en el 2013 el Dictamen CCMI 112 sobre Duración de la vida de los productos para intentar poner freno a la obsolescencia programada, pero por el momento son todas sugerencias
"Tenemos que poner las cosas en su contexto: hace relativamente poco que el legislador ha tratado este tema y puede llevar un tiempo cambiar las prácticas de la industria". Lo dice Vianney Vaute, cofundador de Back Market, empresa francesa que apuesta por dar una segunda oportunidad a los dispostivos electrónicos y pequeños electrodomésticos, y que publica las cifras que revela los grandes productores de chatarra electrónica que somos.
España es el quinto país europeo que más basura electrónica produce por detrás de Alemania, Reino Unido, Francia e Italia. Nuestros desperdicios tóxicos, placas bases, ordenadores inservibles, mandos, móviles y toda clase de chatarra de este tipo, van a parar a no sé sabe dónde, pero la mayoría a países en vías de desarrollo, nos confirman desde Greenpeace. En un mundo que generó cerca de 45 millones de toneladas de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) con previsiones de que esto va en aumento, "España está mal en la gestión de estos residuos. Hay empresas de reciclaje electrónica que han tenido que cerrar, porque no les llegaba la basura, se desviaba para exportarla como ayuda al desarrollo cuando es basura".
Para Vaue, contra sobrevivir a esta montaña de esqueletos electrónicos de nuestro modo de vida tecnológico que amenaza con sepultarnos estaría "en primer lugar la eco-concepción, es decir favorecer la reparación de los productos y su capacidad de durar en el tiempo, desde el momento de su concepción y fabricación. En segundo lugar, promoviendo la economía circular y la reutilización de estos productos, en lugar de dejarlos morir en un cajón."