Rebecca Oldham, de 25 años, tenía severos calambres abdominales y, pese a todas las pruebas, los médicos no pudieron dar con la causa. En noviembre, fue ingresada en el Hospital Middlemore para quitarle los ovarios, pero cuando los médicos empezaron a operar, descubrieron un niño de casi 5 kilos.
Rebecca, que ya era madre de una niña llamada Hayley con su compañero James, explicaba al New Zealand Herald que creía que, debido a los problemas con sus ovarios, ya no podría tener más hijos. “Y, de repente, tenemos un niño”, señala.
Los médicos le realizaron una cesárea de emergencia después de despertarla para darle la noticia. Oldham ha indicado que está contenta de que se le dijeran de antemano. “Era mejor que despertar y tener un bebé en brazos”, observa.
A Rebecca le explicaron que sus dolores probablemente se debían a que el bebé se pegaba a su espalda. "Incluso con la cesárea tuvieron que utilizar pinzas para sacarlo", explica. "Piensan que el dolor fue causado por que el pequeño trataba de moverse".
Oldham todavía se está acostumbrando a tener otro hijo y se defiende contra los detractores. "La gente dice '¿cómo puedes no saberlo? Pero realmente no lo sabía", indica.