Tal y como explica Leyre Aguado Gil, especialista en Dermatología Médico Quirúrgica y Venereológica de la Clínica Universidad de Navarra, el cambio de estación y lo que ello conlleva en cuanto a reajuste de intensidad de luz, hormona y descanso, nos afecta a todos. "Se trata de un fenómeno que afecta por igual a hombres que a mujeres, y que ocurre en la misma época en los animales". No obstante, destaca que "es un fenómeno generalizado, pero que no afecta a todas las personas por igual".
De este modo, "existe un ciclo de vida capilar que implica que cada pelo pasa por una fase de crecimiento (anágeno), seguida de un estancamiento (catágeno) y la posterior caída (telógeno)". Este proceso, controlado por un 'reloj' molecular que se encuentra dentro de los folículos pilosos, donde nace el cabello, "permite que los humanos mudemos nuestro pelo progresivamente a lo largo de todo el año".
Sin embargo, es a principios del otoño cuando "muchos pacientes que comentan que hay mayor caída". Eso implica que, si en condiciones normales se desprenden diariamente en torno a 100 pelos de nuestra cabellera, entre septiembre y noviembre la pérdida capilar puede duplicarse o triplicarse.
En cuanto a si ocurre por el cambio de estación, Aguado señala que "hay cambios de luz y dieta que pueden influir la caída del pelo en esta época, pero no se ha demostrado aún con estudios concretos con suficientes muestras que tenga que ver con la luz o la temperatura, sino que es más frecuente".
En cualquier caso, si existe una preocupación por la caída del cabello, hay que consultar a un dermatólogo, que podrá determinar si la caída es fisiológica (normal) o patológica (enfermedad).