En este segundo fin de año de pandemia, es evidente que no todo el mundo ha podido celebrar el cambio de año como antes. En miles de hogares el temor al contagio ha provocado que las uvas se tomen en el más estricto confinamiento. De fondo sonaban las campanadas en un fin de año muy diferente.
Un ejemplo es el de dos gemelas catalanas que se han tenido que separar por el contagio del covid. Vanesa confinada en su habitación con covid, Noemí llevándola las uvas y una copita de zumo, que el cava con las medicinas no combina nada bien. Abajo el resto de la familia, intentan despedir el 2021 con otros bichos en la mesa mucho mejores.
Desde otras habitaciones en Valencia o Sevilla, Ángela y María lo tiene muy claro. Ellas llevan algo rojo y tienen la música puesta porque como dicen “no deja de ser Nochevieja”. Cierto, no deja de ser Nochevieja y estando confinados se siguen las tradiciones: son los cuartos o las campanadas, me atraganto y con la última campanada besos entre los confinados y cariño en la distancia a través de las ‘tablets’ o golpe de codos entre los que han trabajado en la Unidad Covid de los hospitales.