Día grande de Fallas sin falleros, ni petardos ni fallas que quemar: "Una película de terror"

  • NIUS recorre las calles de Valencia el 19 de marzo, primer San José que, por el coronavirus, no se quemarán fallas en 80 años

  • La Plaza de la Virgen amanece vacía, sin la imagen de la 'Geperudeta' y su manto de claveles

  • El silencio de la ciudad solo se ha roto con el 'Paquito el chocolatero' interpretado por músicos desde los balcones

En la plaza del Ayuntamiento el silencio es atronador. En la jaula donde se dispara(ba) cada día la mascletà, no hay rastro de fuegos artificiales. A unos pocos metros, sin nadie que la mire, el gigantesco busto de madera de una mujer, con la boca tapada por una mascarilla. Destinada a ser el monumento central de la falla municipal, nos recuerda que hoy sería el día grande de Fallas.

Por las calles, ni falleros ni turistas recorren la ciudad para visitar las fallas, grandiosas obras de arte, que se han guardado (salvo las que se quemaron de madrugada y sin previo aviso en la noche del lunes) en talleres y naves, a la espera de que vuelvan tiempos mejores.

Continuamos nuestro camino a la plaza de la Virgen. Un recorrido de poco más de 300 metros, en el que solo nos cruzamos con un coche de policía y dos transeúntes paseados por sus perros. "De ser un hervidero de gente, de ruido, de olores, a parecer un lugar fantasmagórico", relata Pedro, un vecino impresionado con la imagen de un 19 de marzo que, asegura, "recordaremos toda la vida".

A la estampa se une el cielo gris y un frío húmedo, que traspasa la ropa y se mete en el cuerpo. Parece que el tiempo se ha querido sumar a la tristeza de una ciudad que, por primera vez en más de 80 años, no ha podido disfrutar de su gran fiesta. "Me da mucha pena, con lo bonitas y alegres que son las Fallas", explica una vecina, que ha salido a comprar el periódico a un kiosko de la plaza de la Reina.

Hoy no es día para celebraciones. Donde más se aprecia es en la Plaza de la Vírgen. Esta mañana no huele a flores. Y la imagen de la Geperudeta, elaborado con los miles de ramos de claveles blancos, rojos, amarillos y rosas que las falleras y falleros le llevan cada año en los dos días de Ofrenda. "Es impresionante. Hoy sería imposible estar aquí por la cantidad de gente que viene a ver a la Virgen. Es como una película de terror, es apocalíptico", nos cuenta la única persona con la que nos encontramos.

Música en los balcones y ni un solo petardo

El silencio se rompe por primera y única vez a las 12:00 horas. A lo lejos comienza a sonar Paquito el Chocolatero, que cada año repiten una y otra vez las bandas de música que acompañan a las comisiones falleras en sus pasacalles. En esta ocasión, la música llega desde los balcones, a los que se asoman algunos músicos con trompetas, clarinetes y demás instrumentos, mientras el resto tarareamos la canción.

La iniciativa, impulsada por la Federación de Sociedades Musicales, se ha extendido como la pólvora por toda la Comunidad Valenciana. Por un momento, los acordes de la pieza Amparito Roca, otro de los clásicos, han sonado en miles de pueblos y ciudades valencianas, y a nosotros nos ha acompañado por las desiertas calles de la Paz y Colón, epicentro comercial de la ciudad.

De nuevo, llegamos a la Plaza del Ayuntamiento. No hemos escuchado ni un solo petardo. Esta noche no habrá Cremà. El busto de la mujer meditadora se ha librado del fuego. Seguirá aquí, durante semanas, para recordarnos, como dice el lema premonitorio de la que iba a ser la falla municipal, que Açò també passarà. .

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