La urbanización Casalonga en Villar de Cañas, Cuenca, era el escondite perfecto para María Sevilla -ahora en paradero desconocido- y sus hijos. Allí se había asilado después de que en 2017 la justicia le diera a su expareja la custodia de su hijo mayor de 11 años. Su otra hija, de seis años, es fruto de su relación con su actual marido.
La urbanización está muy apartada y es enorme, del tamaño de 300 campos de fútbol. Tiene 300 hectáreas con 914 parcelas y 80 kilómetros de caminos. Un laberinto. Tras varios minutos en coche, se llega a la vivienda donde María Sevilla tenía secuestrado a su hijo de 11 años. Completamente vallada, llama la atención una lona negra para evitar miradas ajenas.
María también tenía cubiertas, por fuera, las ventanas. Por dentro, la madre las utilizaba para enseñar matemáticas a los niños. Además, les daba clases de religión. De hecho, cuando fue detenida le dijo a su hijo que se llevara la biblia. El padre del niño ha explicado que su hijo cree que “Dios va a venir a castigar a la gente”.
Era el escondite casi perfecto. Pero, tras seis meses en busca y captura, los agentes dieron con ella. Su hijo ya está con su padre. La justicia le dio la custodia en 2017. María le denunció falsamente por abusar sexualmente del pequeño.