Ni un smartphone de última generación, ni una videoconsola, ni un ordenador, ni ningún capricho que, en definitiva, podría anhelar en estos tiempos cualquier niño de 9 años después de conseguir una recaudación de 1.030 euros gracias a la celebración de su comunión. La respuesta que dio el pequeño Iñaki a sus padres cuando le preguntaron qué es lo que quería estaba mucho más allá: él no quería regalos, solo quería ayudar.
La historia la cuenta Emilio Calatayud en su blog del diario Ideal, donde explica que el niño, oriundo de Granada, le dijo a sus padres que él ya tenía de todo y que su voluntad era donar la recaudación a quienes lo necesitaban. Por eso, sus padres destinaron el dinero a la Asociación Relevos Por la Vida contra el Cáncer Juvenil, y gracias a ello logró que niños que se encuentran en tratamiento en Granada y están luchando contra la terrible enfermedad puedan disfrutar de nuevos regalos con los que entretenerse, dándoles una alegría.
La de Iñaki fue una lección de humanidad; un ejemplo de generosidad, bondad y solidaridad sin ningún otro afán o interés que el de ayudar a los demás y traer felicidad; una muestra de valores tan necesarios como frecuentemente olvidados, pero que hoy un niño de tan solo 9 años nos recuerda. “Si imitamos a Iñaki el mundo será mejor de lo que es”, afirma Calatayud en su publicación, y no le falta razón.